Evangelio primitivo blog de Cesar Ángel: bautismo de infantes
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jueves, 20 de abril de 2023

Porque los Bautistas Reformados no bautizan a los niños?

abril 20, 2023 0
Porque los Bautistas Reformados no bautizan a los niños?

 


Estimado pastor Julio. Un saludo especial, que el Señor le siga guiando a través de toda la obra que desempeña para la extensión de la proclamación del evangelio. Hermano Julio quisiera por favor usted me orientara acerca de en qué radica la diferencia entre el concepto del bautismo entre presbiterianos y bautistas reformados, puesto que no tengo casi material al respecto y veo que nuestros hermanos presbiterianos están muy seguros con el concepto del paido bautismo, y quisiera saber cómo ha librado usted estas diferencias. Agradezco su colaboración.


Saludos fraternales.

El tema que mencionas en este mensaje ha sido uno de los que más discusiones ha generado en la historia de la iglesia cristiana. De manera especial este aspecto de la doctrina ha impedido la completa unión entre presbiterianos y bautistas reformados.

Las dos corrientes teológicas tienen muchos puntos en común, tal vez pudiéramos decir que son los únicos grupos cristianos que comparten prácticamente el mismo cuerpo doctrinal. La confesión de fe que usan los bautistas reformados (confesión de Londres de 1689) es una copia, modificada en ciertos artículos de la eclesiología, de la confesión de fe de Westminster (presbiteriana); de manera que ambas denominaciones han compartido la misma herencia teológica, y han mantenido cierta unidad. Los autores presbiterianos como R. C. Sproul, Luis Berkhof, Charles Hodges, son muy leídos por los bautistas reformados; de la misma manera, autores bautistas reformados como Carlos Spurgeon, Arthur Pink, Jhon Bunyan son leídos por los presbiterianos. A pesar de esta unidad en casi el 99% de la doctrina profesada, persiste una diferencia insalvable, la cual está relacionada con el tema del bautismo.

Los presbiterianos dicen que el bautismo es una continuación en el nuevo pacto del sacramento de la circuncisión del antiguo pacto, y así como los padres judíos tenían la obligación de aplicar el sacramento de la circuncisión en sus hijos a una edad tierna, también los padres creyentes deben aplicar el sacramento del bautismo a sus pequeños hijos, como una señal de que ellos nacieron bajo la bendición del pacto.

Los bautistas, por el contrario, decimos que los niños no pueden ser bautizados, sino solamente los creyentes. Ahora, ¿Porque los bautistas reformados no hacemos como el resto de reformados en el mundo, respecto al bautismo de niños? Los bautistas reformados, así como los presbiterianos, creemos que hay un solo pacto de gracia, el cual viene desde antes de la fundación del mundo y cobija a todos los períodos de la iglesia desde su inicio en Edén. Este pacto de gracia se ha manifestado a través de diferentes pactos, en especial del Antiguo y el Nuevo Pacto. Entre los dos hay continuidad, pero también hay transición.

El Antiguo Pacto, en su forma externa, incluía a todos los descendientes de Abraham, a través de Isaac, y Jacob, el padre de Israel. Todos los niños que nacían en Israel eran considerados miembros del pueblo del pacto, por lo tanto, debían recibir la señal del mismo, el cual era la circuncisión (realmente la circuncisión solo se aplicaba a los niños varones, en esto vemos una transición muy significaba en el nuevo pacto, donde el bautismo debe ser aplicado a todos los que nacen de nuevo, tanto mujeres como varones). Esto no garantizaba que todos eran salvos, pues, solo los que eran de la fe eran verdaderos hijos de Abraham. No obstante, siendo la circuncisión una señal externa que identificaba a los miembros del pueblo de Dios (un pueblo nacional con límites geográficos, y relacionado con una etnia, aunque en ocasiones se recibieron extranjeros), entonces se aplicaba sobre todos los varones.

Ahora, cuando pasamos al Nuevo Pacto hay una importante transición. Ahora el pueblo de Dios no estaría limitado a un sitio geográfico, ni a una etnia en particular. La iglesia estaría en todas partes, en medio de este mundo hostil. El autor de la carta a los hebreos nos deja ver que las ceremonias del Antiguo Pacto, las cuales estaban revestidas de muchos elementos externos, eran sombras temporales de una realidad espiritual y eterna que vendría con Cristo. Una de esas realidades eternas y espirituales que vinieron con el Mesías, fue que el pueblo de Dios ahora no estaría marcado tanto por una identidad externa (aunque si tiene muchas manifestaciones externas) sino por una nueva realidad interna. El pueblo de Dios estará en medio del mundo y será conocido por Dios mismo, el pueblo tiene un sello espiritual y es de índole espiritual. Siendo que ahora este pueblo está marcado por un distintivo netamente espiritual, entonces a él no se entra sino solamente a través de un nacimiento espiritual. Esto no significa que en el Antiguo Pacto se entraba realmente al pueblo de los salvos por medio del nacimiento físico, pero la señal debía aplicarse sobre todos, salvos y no salvos, lo único que se requería es que naciera de una familia hebrea. Siendo que la iglesia en el Nuevo Testamento no tiene un distintivo nacional con límites geográficos, ni de raza o etnia, y siendo que a ella se entra a través de un nacimiento espiritual, entonces, la señal del pacto debe aplicarse a los que nazcan espiritualmente en la familia de Dios. Si bien es cierto que solo Dios sabe quién nació de nuevo, no obstante, hay unas señales externas que pueden indicarnos que una persona nació de nuevo. Es decir, una profesión creíble de fe en Cristo puede ser un indicativo de que dicha persona ha nacido de nuevo, por lo tanto, todo aquel que haga esta profesión de fe y esté dispuesto a obedecer los mandatos del evangelio debe ser bautizado. Esto es lo que practicaba la iglesia apostólica.

De manera que el mismo principio que regía en el Antiguo Pacto sigue en el Nuevo, es decir, todos los niños deben ser bautizados, pero ahora no se trata de niños en su elemento físico, sino de niños en Cristo. Todos los que van naciendo de nuevo son bebés en Cristo, y ellos deben recibir la señal del pacto, es decir, el bautismo.

 Los padres creyentes, aunque no pueden bautizar a sus niños porque en ellos aún no podemos ver una profesión de fe creíble en Cristo, tienen la responsabilidad de guiarlos en la fe, de criarlos en la amonestación y disciplina del Señor, de educarlos en los principios de la fe cristiana, enseñarles las Sagradas Escrituras, orar con y por ellos, unirlos a las actividades de la iglesia local e involucrarnos en la misma.

Los padres creyentes confiamos en que el Señor, en su Gracia electiva, haya escogido a nuestros hijos para salvación y por eso los educamos en la fe. En el Nuevo Testamento no encontramos ninguna enseñanza respecto al bautismo de infantes, ni por ejemplo ni por precepto.

Los hermanos presbiterianos suelen usar el silencio de las Escrituras o inferencias llevadas al extremo para concluir que en el Nuevo Testamento si se menciona el bautismo de niños, usando aquellas ocasiones en las cuales en el libro de los Hechos se nos dice que algunas personas se bautizaron junto con sus familias o sus casas. Ellos presuponen que en esas casas debía haber niños pequeños, los cuales, en consecuencia, fueron bautizados. Pero es muy peligroso armar doctrinas basadas en el silencio de la Biblia o en inferencias tan extremas. Toda vez, cuando en el mismo Nuevo Testamento encontramos el principio para saber a quiénes se debía bautizar: “El que creyere y fuere bautizado…” (Mr. 16:16). La secuencia es: primero creer y luego ser bautizado. “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados…” Hch. 2:41), recibir la palabra significa: creer de corazón en el evangelio, este es el requisito inicial que la iglesia apostólica debía ver en el candidato para luego ser bautizado.

Pastor Julio Benítez

Fuente. Foro bíblico y teológico

 

El caso del CREDO-BAUTISMO

abril 20, 2023 0
El caso del CREDO-BAUTISMO

 



Por Samuel Reniham (traducido con permiso por Alexander León)

 

Artículo original en inglés en el siguiente enlace: The Case for Credobaptism

 

Lo que aparece aquí es el inicio de la Primera Confesión Bautista de Londres de 1644. Dice lo siguiente:

“Una Censura de un libro publicado en el año 1644, titulado La Confesión de Fe de aquellas Iglesias comúnmente (aunque erróneamente) llamadas Anabaptistas.

Suscrita por ellos en representación de siete congregaciones de Cristo en Londres y también de una congregación francesa de la misma convicción.”

La práctica de bautizar creyentes profesantes está basada en dos fundamentos complementarios. El primero es un argumento que se desprende de los pactos en las Escrituras. El segundo es un argumento a partir de los mandamientos en las Escrituras relacionados con los pactos. Los credo-bautistas y los paido-bautistas asumen con frecuencia, que el pueblo de un pacto dado recibe la señal del pacto. Así, en el caso de los sujetos del bautismo uno tendría simplemente que identificar el pueblo del pacto. Esto es insuficiente. La administración de las ordenanzas del pacto está gobernada por leyes específicas, las cuales deben ser obedecidas estrictamente. Por ejemplo, las mujeres eran miembros del pacto con Abraham, pero ellas no recibían la señal del pacto, que era la circuncisión. Del mismo modo, los bebés varones eran circuncidados, pero al octavo día. Como resultado, para determinar los sujetos del bautismo uno tendría primero que identificar los pactos involucrados y examinar las leyes que lo acompañan.

1.         Un argumento positivo de los credo-bautistas asegura que el pacto relevante involucrado es el nuevo pacto, y que este es distinto de los demás pactos bíblicos que le precedieron en la historia, en particular que el pacto con Abraham. Para ponerlo de manera simple, el pacto con Abraham prometía bendiciones terrenales a un pueblo terrenal (Abraham y su descendencia) en una patria terrenal. Esta relación de pacto fue expandida y desarrollada en el pacto con Moisés y en el pacto con David (el pacto con Moisés añadió leyes para la vida en Canaán, y el pacto con David proveyó reyes sobre el pueblo). Estos tres pactos establecieron y gobernaron el reino de Israel, compuesto por el pueblo de Abraham. El nuevo pacto (i.e., el pacto de gracia) promete bendiciones celestiales a un pueblo espiritual. Así, el nuevo pacto está establecido sobre mejores promesas, promesas diferentes. Solamente el nuevo pacto es el pacto de gracia, distinto de los pactos con los Israelitas.

2.         El reino de Israel y el reino de Cristo (la iglesia), aunque se distinguen por sus pactos, están relacionados como un andamio a un edificio. La descendencia natural de Abraham actuó como los trabajadores, constructores, recibiendo la promesa del nacimiento del Mesías y encargados de preparar el camino para su advenimiento (Mateo 20:1-16; Isaías 28:16; Mateo 21.42; Hechos 4.11; Efesios 2.20; I Pedro 2.6-7).

Jesús estableció el reino de Dios basado en la regeneración, el arrepentimiento y la fe. Él predicó a su propio pueblo, Israel, pero su verdadero y permanente pueblo era de un reino que no es de este mundo. Jesús recibe como su propio pueblo a todos los que creen en Él, y el resto es condenado por su pecado de incredulidad. La fe en Cristo, la cual es dada solamente por Dios, es lo que define al pueblo de Cristo.

3.         A través de la historia de Israel, muchos entendieron las promesas mesiánicas y miraron a Jesús por la fe antes de su venida (hebreos 4.2-3; 11.13-16). El pueblo de Dios (y por lo tanto la iglesia), considerado según el liderazgo y beneficios de Cristo, no comienza con la encarnación. Esto fue posible porque el reino de Israel y sus pactos fueron tipológicos. La tipología sostiene dos verdades: por un lado, un tipo tenía significado en su propio contexto mientras que por el otro lado un tipo apuntaba a un significado más grande en Cristo, su reino, y su pacto. Así como una huella no es un pie, ni una sombra es una persona, pero nos da información acerca de lo que representan, así un tipo no es su antitipo, pero revela al antitipo. El autor de los hebreos establece muy claramente que la sangre de los sacrificios Israelitas no podía perdonar ¿Por qué? Porque, aunque aquellos sacrificios tenían un significado en el contexto de Israel, i.e.: la purificación de la carne, no eran el sacrificio de Cristo y no podían purificar la conciencia (hebreos 10-1-4, 12-14). Pablo mira los tratos de Dios con Abraham de la misma manera al llamar a los creyentes descendientes de Abraham y encontrando un significado mayor en la palabra “simiente” relacionándola con Cristo y no simplemente con la posteridad de Abraham (Gálatas 3.7,9, 16, 27-29). No se trata de uno o el otro, como si las promesas hubieran sido hechas solamente a Abraham y a sus hijos naturales o a Cristo y a su descendencia (incluido Abraham). Es a ambos, cada uno en particular, pero relacionados en un contexto de tipo o antitipo. Y así el reino y los pactos de Israel no fueron el reino y el pacto de Cristo, aunque conducían hacia su nacimiento y la revelación de verdades sobre él a lo largo del camino. Los santos del Antiguo Testamento fueron salvados por la promesa de aquel que habría de venir, y el pacto que sería establecido. En consecuencia, los Bautistas no usan el reino de Israel y sus pactos como el modelo para la iglesia. Son distintos.

4.         Podemos añadir mayor claridad a la membresía de un pacto dado al mirar a la cabeza federal. Dios establece pactos con la humanidad por medio de cabezas federales, y designa la descendencia que ellos representan. Adán, Noé, y Abraham cada uno representa un grupo de personas, su descendencia natural. David representa su descendencia natural en el pacto que Dios hizo con David, y él y sus hijos representaron a la nación de Israel en el pacto mosaico. Cristo también representa un grupo de personas, su descendencia natural (o sobrenatural) – los elegidos.

5.         Dios el Padre asigno al Hijo como cabeza del pacto en el pacto de la redención. Los cantos del Siervo en Isaías proveen un reflejo de este encargo (Isaías 42.1-7; 49.1-13; 52.13; 53.12). Jehová declara que el Siervo del SEÑOR verá descendencia al ofrecerse a sí mismo como substituto sacrificial por medio de lo cual ellos serían contados por justos (Isaías 53.10-11). El Siervo representa un pueblo, y sus pecados son perdonados en su sangre. Esta es una descripción del nuevo pacto, establecido en la sangre de Cristo y trayendo perdón de pecados a todo el pueblo de Cristo (Jeremías 31.31-34; Mateo 26.26-29; hebreos 8). Los evangelios contienen expresiones magníficas del entendimiento consciente de Jesús con respecto a su misión, habiendo sido enviado por el Padre para redimir a un pueblo específico (Lucas 4.16-21; Juan 6.35-40; 8.42-47; 10.25-30; 17.1-26). Por lo tanto, nosotros usamos el pacto de redención, no el pacto con Abraham, como patrón para la membresía en el nuevo pacto porque es ahí donde se establece a Cristo como la cabeza federal.

6.         La descendencia de Cristo nace mediante el poder regenerador del Espíritu Santo y unida a Cristo por el Espíritu por medio de la fe. Como Pablo dice en Romanos 8.9, “… si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”. Por estas razones, debemos reconocer la seriedad de afirmar que uno es de Cristo y de su pacto. Es una afirmación que implica la posesión de salvación.

7.         Mirar la relación padres-hijos es un intento incorrectamente dirigido para entender la membresía del pacto. Redirigir nuestra atención a la cabeza federal, trae claridad y precisión escritural al asunto. Nosotros culpamos a Adán, no a nuestros padres, por la maldición. Los Israelitas miraban a Abraham, no a sus padres, para reclamar a Canaán y sus bendiciones, y miraban a la conducta del rey, no a sus padres, para seguir poseyendo la tierra. Del mismo modo, los niños tienen que mirar a Cristo, no a sus padres, para pertenecer a su pacto. De manera consecuente, nunca ha habido un pacto en el cual “los creyentes y sus hijos” constituyan el paradigma de la membresía del pacto. La promesa (salvación en general, y recibir el Espíritu en particular) es ofrecida a todo el mundo (Hechos 2.16-41). Nacemos bajo Adán como la cabeza federal, y nadie escapa del dominio de las tinieblas hasta que Dios lo transfiera “al reino de su amado hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados” (Colosenses 1.12-14).

8.         El primero de los siete argumentos demuestra la distinción del nuevo pacto con los pactos Israelitas y la restricción de sus miembros a Cristo, su cabeza federal. Ahora podemos examinar los mandamientos del pacto. Esto es importante porque el razonamiento (“si esto, entonces aquello”), aunque importante, válido y necesario en la teología en general, no es válido al observar las leyes positivas (leyes que dependen solamente de lo que ha sido mandado). Únicamente un mandamiento de las Escrituras, sea de Cristo, las epístolas, o el ejemplo apostólico, puede instituir o regular los sacramentos del nuevo pacto que son el bautismo y la cena del Señor. No solamente sería ilegítimo usar otras ordenanzas para gobernar el nuevo pacto, sino que no podemos desviarnos del mandamiento de Dios basados en inferencias: Si Dios demanda las primicias del rebaño, ¿las primicias de mis frutos deberían agradarle también? No funciona así (Génesis 4.1-7; Levítico 10.1-3)

9.         El mandamiento de Cristo es hacer discípulos a las naciones y luego bautizarlos (Mateo 28.18-20). Los candidatos para el bautismo son aquellos que han respondido al evangelio en fe (Hechos 2.41). Esto concuerda con la naturaleza del nuevo pacto y con el ejemplo de los apóstoles. Aun en el caso del “silencio” relativo de bautismos de casas [familias], lo cual tendemos a leer a través de los lentes de sistemas extensivos que les preceden, podría al menos decirse que, aunque no se mencionan infantes, las profesiones de fe de casas completas sí son mencionados (Hechos 10.44-48; 11.14, 17; 16.31; 18.8).

10.       La naturaleza objetiva del pacto, y la naturaleza subjetiva de la profesión de fe produce una eclesiología bautista y una doctrina del bautismo. La iglesia es el reino de Cristo, establecida y gobernada por su pacto y llenada por su pueblo, nacido de nuevo y por el poder del Espíritu Santo. La elección y la regeneración son realidades objetivas del pacto realizado por Dios mismo. Pero ¿cómo debe ser gobernada la iglesia visible? ¿Cómo se identifican los hijos de Dios? El llanto del nuevo nacimiento de un hijo de Dios, sin importar su edad, es la fe en Jesucristo. Y deben ser admitidos o removidos por la profesión práctica de fe y doctrina de cada individuo.

11.       Como creemos que la fe es el don de Dios (Efesios 2.9) y que todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo (Romanos 10.13), tenemos razones escriturales para presumir que todos los creyentes profesantes son verdaderos hijos de Dios. Pero como la profesión de fe es subjetiva, habrá falsos creyentes en medio nuestro. ¿Cuál es su relación con el pacto de Cristo? Objetivamente, no hay ninguna. Ellos no pertenecen a Cristo, tomando en cuenta que nunca se han arrepentido ni han creído. Sin embargo, se les hace responsables por su traición. Cuando un espía es descubierto, un país no debe liberarle y enviarle a su tierra bajo la falsa noción de que no tienen autoridad sobre él. Por el contrario, el espía es responsable ante las leyes del país en el cual cometió los crímenes. Así también, los falsos creyentes no son liberados sin acción alguna. Ellos son responsables ante el Rey, Jesucristo, y son removidos del cuerpo de Cristo por la excomunión. Los pasajes de advertencias en las Escrituras hacen que las ovejas corran a Cristo y que las cabras huyan de Cristo.

12.       Admitir y sacar individuos con base en la profesión de fe produce un valor de identidad a futuro para unirse y dejar la iglesia. Aquellos que se unen al reino de Cristo afirman tener salvación en Él mientras que aquellos que son excluidos son declarados fuera de la salvación, ambas cosas por la operación del juicio humano según el criterio y mandamientos escriturales.

13.       El bautismo representa las promesas de Dios y la confianza del creyente en ellas. Simboliza la promesa de que todos aquellos que confían en Cristo han probado la muerte y el juicio en Él y se han levantado como nuevas criaturas. El bautismo es también la afirmación pública de confianza en esas promesas y una declaración de que son una nueva creación. Sepultados con Cristo en las aguas de la muerte, el creyente se levanta, simbólicamente, vivo en Él (Romanos 6.1-11). No es un símbolo de lo que podría darse en el futuro, sino lo que el individuo lo afirma como una verdad presente.

14.       En conclusión, todo comienza y termina con Jesucristo. Debemos ser fieles a su pacto y a sus mandamientos. Los Bautistas creen que las Escrituras enseñan que el pacto de Cristo perdona los pecados de todos sus miembros, que las ovejas falsas son simplemente ovejas falsas, y que el bautismo es un símbolo de las realidades objetivas del nuevo pacto y de la participación del creyente en ellas. Sabiendo que todos los que invocan el nombre del Señor serán salvos, luchemos junto con nuestros hermanos paido-bautistas, por proclamar ese precioso nombre al mundo, a pensar de las diferencias que tenemos en este punto.

 

Fuente: El camino angosto