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lunes, 8 de mayo de 2023

Hace Dios Acepción de personas en la Salvación?

mayo 08, 2023 0
Hace Dios Acepción de personas en la Salvación?

 


La respuesta es NO hace acepción de personas y Sí ejerce su Soberanía y su Justicia en la elección y predestinación que realizó desde antes de la fundación del mundo para la salvación de los hombres (Efesios 1: 4).

La mayor parte de la cristiandad de hoy NO cree en las doctrinas bíblicas de la elección y la predestinación.

Y uno de sus principales argumentos es que DIOS NO HACE ACEPCIÓN DE PERSONAS. Para ellos, Dios no ejerce ni su soberanía ni su justicia en la salvación del hombre, ejerce solo el amor que tiene por la humanidad.

Ellos soportan este argumento en versículos como Juan 3: 16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.”.

Empecemos por aclarar que ni los que consideran Que Dios no hace acepción de personas para salvación, puedan creer en el exabrupto de que todos van al cielo y nadie al infierno (universalismo).

Ellos dicen que Dios no hace acepción de personas, pero en Juan 3: 16 vemos que Dios ya hizo el primer filtro: hay que creer en Jesucristo para salvación. Los incrédulos se condenan.

A esto dirán: “Dios no hace acepción de personas que creen en Jesucristo” Y es cierto. Pero resulta que la Fe es don de Dios, no es mérito del hombre. Veamos:

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe. Efesios 2: 8-9

Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Romanos 12: 3

“Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no solo que creáis en él, sino también que padezcáis por él” Filipenses 1: 29

“puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” hebreos 12: 2.

Y la Fe es don de Dios, porque si fuera merito humano, sería salvación por obras y no por Gracia (Efesios 2: 08).

Porque si la Fe fuera merito humano nadie se salvaría, porque “bueno no hay ni aun uno” (Romanos 3: 10).

Y bueno no hay ni aun uno porque todo hombre natural está muerto en delitos y pecados (Efesios 2: 1)

Nadie puede venir a Cristo si el Padre no le enviare (Juan 6: 44)

Entonces aquí tenemos el filtro definitivo de Dios. Dios es el que otorga la Fe. Y obligatoriamente la Palabra de Dios nos envía a la elección y predestinación para ver a quienes otorgó Dios la Fe.

La elección a cargo de Dios NO es acepción de personas. Es soberanía y sobre todo justicia de Dios. Porque todos merecemos la condenación eterna por causa de nuestro pecado. Dios sería justo si nos envía a todos al castigo eterno que merecemos, pero Él en su soberanía y su misericordia (Efesios 2: 4) decide salvar a unos, no porque haya visto algo en ellos, sino por el puro afecto de su voluntad (Efesios 1: 5).

Por lo tanto, en aquellos que no escogió Dios para salvación hay justicia (merecen el castigo eterno) y en los que eligió para salvación hay soberanía y misericordia. No hay injusticia ni acepción.

¿PORQUE DIOS NO ESCOGIÓ A TODOS PARA SALVACIÓN?

Las Escrituras nos responden en Romanos 9: 14-24:

¿Qué, pues, diremos? ¿Qué hay injusticia en Dios? En ninguna manera. 15 Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. 16 Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. 17 Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. 18 De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.

19 Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad? 20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: Por qué me has hecho así? 21 ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? 22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, 23 y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria, 24 a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no solo de los judíos, sino también de los gentiles?

¿ENTONCES SE CONTRADICEN LAS ESCRITURAS?

“No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, 7 ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. 8 Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes. 9 Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo. 10 Y no solo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre 11 (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), 12 se le dijo: El mayor servirá al menor. 13 Como está escrito: A Jacob amé, más a Esaú aborrecí. (Romanos 9: 6-13).

A todo esto, dirán: “romanos 9 habla de la salvación de los gentiles”. A lo que por supuesto respondemos: No es la elección de los gentiles para salvación, nuestra elección para salvación? No somos nosotros gentiles (gentil es llamado en la Escritura el que no es judío nacional) ¿Acaso por ser gentiles ya están salvos, sin creer en Jesucristo? ¿Igual no tiene que tener la Fe en él que solo Dios otorga? (como ya lo vimos). Romanos 9 habla de NOSOTROS.

Pero insistirán y dirán: “Dios eligió para salvación usando su atributo de pre-conocimiento” (presciencia), con el que pudo ver quien habría de creer en él, quien habría de ser bueno, piadoso, etc.

Este argumento es tan pobre como el universalismo.

Todas las veces que el término o el concepto (pre-conocimiento) es usado en las Escrituras, Presciencia no se refiere al pre-conocimiento de las obras de las personas. Se refiere a las personas mismas. A los que de antemano conoció.

Romanos 8: 29 dice “ Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 30 Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó”. En la primera frase vemos la presciencia de Dios: “A los que antes conoció”.

En Hechos 2: 23 también vemos la presciencia de Dios: “a este, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole”

En romanos 8: 2 vemos otro ejemplo de la presciencia de Dios “No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció”.

En 1 Pedro 1: 2 dice: “elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas”. Aquí la Palabra se refiere a los judíos expatriados (en la diáspora) que Dios conocía de antemano. No que Dios haya visto algo bueno en ellos, como muchos interpretan este versículo. Simplemente conocidos (amados) por Dios de antemano. Eso es todo.

Si Dios hubiese tenido en cuenta lo que habría de ver en el futuro de las personas en su elección para salvación, esto plantearía varios problemas o contradicciones:

1. Recordemos que Dios es el dador de Fe. ¿Porque Dios necesitaría ver en el futuro a quienes otorgó la Fe? ¿Acaso Dios la otorgó desde antes de la fundación del mundo (Efesios 1: 4) y se le olvido a quién?

2. ¿Si Dios en el pasado eterno, decidió ver el futuro de los hombres para elegirlos en salvación, que vio realmente?

R/Que sin Él estamos muertos en delitos y pecados (Efesios 2: 1), que no hay quien lo busque (romanos 3. 11). Que el corazón del hombre es perverso (Jeremías 17: 9)

LA SOBERANÍA DE DIOS

Volvamos ahora al argumento inicial de que “DIOS NO HACE ACEPCIÓN DE PERSONAS PARA SALVACIÓN”.

¿Es esto lo que realmente nos muestran Las Escrituras? ¿O vemos a Dios ejerciendo su SOBERANÍA? Veamos:

Eligió a Abel y no Caín.

Eligió a Abraham de UR, un pueblo pagano de Caldea.

Eligió a Noé y su familia.

Eligió a Lot y los suyos.

ELECCIÓN DEL PUEBLO DE ISRAEL. Dios al elegir a su pueblo, envió a condenación a las demás naciones del mundo.

Y lo escogió no por nada que viese en este pueblo pues era el mas insignificante entre todos.

“No por ser vosotros más que todos los pueblos, os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó”. Deuteronomio 7: 7-9

Escogió a Jacob y no a Esaú

Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo. 10 Y no solo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre 11 (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), 12 se le dijo: El mayor servirá al menor. 13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí. (romanos 9: 9-13).

¿Y PORQUE DIOS ES SOBERANO EN CUANTO A LA ELECCIÓN?

Para la alabanza de su GLORIA

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado (Efesios 1: 3-6).

En la última frase (efesios 1: 6) dice: “para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado”

“NOS HIZO ACEPTOS” AQUÍ ACEPCIÓN ES REALMENTE SOBERANÍA, ¿PARA QUE? PARA SU GLORIA

ANEXO:

En las Escrituras dice en muchos pasajes que Dios no hace acepción de personas.

En muchos se refiere a que Dios no hace acepción de personas para aplicar su justicia.

En la mayoría de ellos se refiere a la aplicación del bien y del mal o a la aplicación de la ley.

En otros se refiere a no hacer discriminación de personas de acuerdo a su condición económica. En otros a no discriminar a las personas según su nacionalidad o sexo.

En ninguno se refiere a que Dios, en su decreto eterno, desde antes de la fundación del mundo, no hizo acepción de personas en la elección y predestinación de los que habrían de ser salvos. En su elección y predestinación de los que habrían de ser salvos fue SOBERANO.

Algunos pasajes que se refieren a la Salvación, mencionan que Dios no hace acepción de personas. En estos casos se refiere a que el evangelio de Salvación será predicado a todas las naciones y no solo a los judíos. A que será predicado a toda criatura sin distinción de raza, sexo o condición económica.

Por ejemplo, en Hechos 10: 34 Vemos a Pedro exclamar con énfasis: “En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas”. Pedro, que había sido uno de los que se negó a que un gentil incircunciso (griego venido con Pablo en Hechos 15) entrará en el templo y se le predicará el evangelio, ahora reconoce que debe predicarlos al centurión romano Cornelio.

Ahora el evangelio será predicado a todas las naciones, eso constituye el llamado general en el que todos oirán la Palabra predicada (romanos 10: 14-17), pero no todos serán salvos.

Veamos:

“Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho” Deuteronomio 10:17

No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos. Deuteronomio 16:19

Sea, pues, con vosotros el temor de Jehová; mirad lo que hacéis, porque con Jehová nuestro Dios no hay injusticia, ni acepción de personas, ni admisión de cohecho. 2 crónicas 19:7

¿Haréis acepción de personas a su favor? ¿Contenderéis vosotros por Dios? Job 13:8

Él os reprochará de seguro, Si solapadamente hacéis acepción de personas. Job 13:10

No haré ahora acepción de personas, Ni usaré con nadie de títulos lisonjeros. Job 32:21

¿Cuánto menos a aquel que no hace acepción de personas de príncipes? ¿Ni respeta más al rico que al pobre, Porque todos son obra de sus manos? Job 34:19

También estos son dichos de los sabios: Hacer acepción de personas en el juicio no es bueno. Proverbios 24:23

Hacer acepción de personas no es bueno; Hasta por un bocado de pan prevaricará el hombre. Proverbios 28:21

Por tanto, yo también os he hecho viles y bajos ante todo el pueblo, así como vosotros no habéis guardado mis caminos, y en la ley hacéis acepción de personas. Malaquías 2:9

Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, Hechos 10:34

porque no hay acepción de personas para con Dios. Romanos 2:11

Pero de los que tenían reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas), a mí, pues, los de reputación nada nuevo me comunicaron. Gálatas 2:6

Y vosotros, amos, haced con ellos lo mismo, dejando las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas. Efesios 6:9

Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas. Colosenses 3:25

Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. Santiago 2:1

pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores. Santiago 2:9

Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; 1 Pedro 1:17

Gracia y Paz

Cesar Ángel

Puede hacer uso de este estudio con fines pedagógicos, sin ánimo de lucro y citando al autor y a la fuente "Evangelio primitivo"

 

 

martes, 4 de abril de 2023

Quiere Dios que todos los hombres sean salvos?

abril 04, 2023 0
Quiere Dios que todos los hombres sean salvos?



Versículo bíblico base:

“Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, 4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” 1 Timoteo 2: 3-4


Para responder a la pregunta del titulo de esta publicación, de manera bíblica, debemos hacer algunas distinciones importantes sobre el querer de Dios. Como hemos dicho en entradas anteriores al tratar con este mismo tema, la Biblia nos revela dos aspectos complementarios sobre la voluntad de Dios: Su función decretiva y su función preceptiva. (Para ampliar el tema de la voluntad preceptiva y la voluntad decretiva haga clic AQUÍ)

 

En su función preceptiva, la voluntad de Dios realiza un servicio triple. En primer lugar, define comprensivamente lo que es moral y apropiado (Esdras 10:11; Sal. 5:4). En segundo lugar, demanda abiertamente lo mismo de todas criaturas morales (Ez. 10:23; 33:11). Y, en tercer lugar, sinceramente desea su obediencia (Ez. 18:23; 33:11; He. 13:21).

 

En su función decretiva, la voluntad de Dios lleva a cabo una tarea básica y vital: diseñar y determinar todo cuanto ocurre en la historia (1Sam. 2:25; Hch. 2:23; 4:27-28; Ef. 1:11; Sant. 4:15; 1P. 2:8-9). Ningún hombre puede frustrar o revertir los designios de Dios comprendidos en Sus decretos (Job 23:13; Sal. 115:3; 135:6; Is. 14:24; Dn. 4:35; Rom. 9:18-20, 22). Esa es la enseñanza de Pablo en este pasaje clave de Romanos 9:

 

“De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece. Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? Porque ¿quién ha resistido a su voluntad? Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción…?” (Rom. 9:18-22).

 

Hay una aparente contradicción aquí que no podemos pasar por alto. En lo tocante a la soberanía de Dios sobre el pecado, Pablo NO dice en este pasaje simplemente que Dios permite el pecado humano, sino que el pecado es parte de Su voluntad: “Porque, ¿quién ha resistido Su voluntad?” (comp. Gn. 50:20; Hch. 2:23; 4:28).

 

La pregunta que se deriva de la mente natural ante esta es declaración es la que Pablo pone en boca de su antagonista imaginario en el texto: “¿Por qué, pues, inculpa?” En otras palabras, ¿por qué se trata como culpables a los hermanos de José (Gn. 50:20), o a los Asirios (Is. 10:7), o a Faraón (Rom. 9:14-18), o a los malvados que crucificaron al Señor (Hch. 2:23; 4:28)? ¿Acaso no estaban haciendo todos ellos la voluntad de Dios? Sí, pero sólo en un aspecto.

 

Ellos estaban cumpliendo Su voluntad decretiva, a la vez que violentaban Su voluntad preceptiva que prohíbe el pecado. Dios no deseó que ellos pecaran (Sal. 40:7; 51:6). Él no encuentra placer alguno en el pecado, sino que lo aborrece (Sal. 5:4). Más aún, Dios mismo declara que estos hombres fueron responsables y, por lo tanto, culpables de sus pecados (Is. 10:7; Mt. 7:21).

 

Esa misma tensión la vemos en el despliegue de Su voluntad respecto a la salvación de los pecadores. En Su voluntad decretiva Dios incluye la salvación de Sus elegidos; Él “tiene misericordia de quien quiere tener misericordia”; sin embargo, en Su voluntad preceptiva sinceramente llama a los pecadores indiscriminadamente para que vengan a Cristo en arrepentimiento y fe.

 

En las Escrituras vemos claramente que Dios, no solo manda y requiere que los pecadores sin distinción se arrepientan, sino que lo desea, ese sería Su placer. Dios dice claramente en Ez. 18:32 que Él no se complace en la muerte del que muere (comp. Ez. 18:23, 32; 33:11; Rom. 2:4). Incluso asegura que Él se propuso que los pecadores le buscaran (Hch. 17:27), y que hace cosas con esa intención (Jn. 5:34).

 

De manera que Dios incluyó en Su decreto cosas en las que no encuentra placer, como el pecado y la condenación de los impíos (Gn. 6:5-6; jue. 10:17; Os. 11:8; por solo citar algunos). Él escogió a algunos para salvación y soberanamente decidió dejar a los demás en su justa condenación, aun cuando en Su voluntad dice incluso a los réprobos: “Yo les mando y deseo que se arrepientan y sean salvos. Yo no quiero que mueran en sus delitos y pecados y perezcan para siempre”.

 

Algunos presuponen que, si Dios ordena a los hombres que se arrepientan, debe ser porque el hombre posee en sí mismo, sin una obra previa de regeneración, la capacidad de responder al llamado. Pero una cosa no necesariamente implica la otra. En Debut. 27:1 Dios ordenó al pueblo de Israel por medio de Moisés: “Guardaréis todos los mandamientos que yo os prescribo hoy”. Y luego añadió: “Maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para hacerlas” (Debut. 27:26). Y otra vez: “Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo os testifico hoy, para que las mandéis a vuestros hijos, a fin de que cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley. Porque no os es cosa vana; es vuestra vida, y por medio de esta ley haréis prolongar vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella” (Debut. 32:45-47).

 

¿Implican estos textos que el hombre posee la capacidad de obedecer perfectamente la ley de Dios, de principio a fin? Obviamente no (comp. Gal. 3:10; Sant. 2:10). Pero esa sigue siendo la exigencia de la ley. ¿Cuál es, entonces, la intención de Dios al revelar al hombre pecador e impotente Su voluntad preceptiva? Que vea su impotencia y busque la salvación que Él ha provisto en Cristo. ¿Pero para qué hace eso, si el hombre tampoco tiene la capacidad de buscar por sí mismo la salvación que hay en Cristo? Porque Dios ha prometido usar ese llamado universal del evangelio para obrar eficazmente en el pecador, de manera que éste sea movido en su voluntad a responder al llamado del evangelio (1Cor. 1:17-25)

 

Es indudable que estas enseñanzas bíblicas levantarán cuestionamientos, pero si vamos a ser fieles a Dios enseñando todo Su consejo, no podremos evadir esta tensión.

 

Ahora bien, es importante señalar que no existe en realidad ninguna contradicción en esta doctrina de las Escrituras, sino un misterio. Es por causa de nuestras limitaciones que no podemos comprender la relación que existe entre estos dos aspectos de la voluntad de Dios. Noten la respuesta que Pablo da a esta inquietud en el pasaje de Romanos 9. En vez de mostrar simpatía hacia el objetor o tratar de responder a su objeción, Pablo lo pone en su lugar:

 

“Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción…?” (Rom. 9:20-22).

 

En otras palabras, Pablo dice a su objetor algo como esto: “No fuiste tú el que creó a Dios, sino que Él te creó a ti. Por lo tanto, el que tiene que dar cuentas de su proceder eres tú, no Dios. No actúes como si Dios te debiera una explicación o como si estuvieras sentado en un trono desde donde puedes juzgar las acciones de Dios, porque es exactamente al revés: Dios es el Juez, Él está sentado en el trono y Él te juzgará a ti”.

 

No obstante, el pastor Greg Nichols (cuyas notas de teología he usado abundantemente en esta entrada), nos da una nota de cautela aquí: “Recuerda que el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable. Pablo reprende al rebelde orgulloso, no al cristiano con un corazón tierno que está confundido. Aprendamos a distinguir las interrogantes perplejas y piadosas de un cristiano de las objeciones arrogantes de los hombres que retan a Dios”.

Por Sugel Michelén


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