CAPÍTULO IV:
Conocer el origen de cada una de las denominaciones o líneas
evangélicas que existen en nuestra época ayudará mucho a trazar la herencia
histórica, bíblica y teológica de nuestras iglesias y convicciones
particulares; incluso, nos ayudará a comprender si nuestra fe está en armonía
con la interpretación evangélica histórica o si, por el contrario, pertenece a
movimientos sectarios surgidos en el devenir de los siglos.
Aunque algunos “evangélicos” de nuestro siglo desconocen la
historia de la reforma en el siglo XVI, y por esa razón creen que todo el que
no sea carismático, dispensacionalista o arminiano no es evangélico; la verdad
es todo lo contrario, algunos de estos movimientos mencionados surgieron casi
ad portas del siglo XX; pero la fe histórica reformada (calvinista) viene desde
el siglo XVI, aunque se fundamenta en la doctrina enseñada por los apóstoles
del Cordero y toma en cuenta la interpretación que hicieron muchos padres de la
iglesia en sus primeros siglos. La fe evangélica reformada puede trazar sus
raíces a través de la historia de la iglesia cristiana, lo cual es imposible
hacer para algunos movimientos que hoy día se consideran “evangélicos”.
Siendo una iglesia histórica, con una confesión de fe
redactada por un selecto grupo de piadosos pastores y teólogos del siglo XVII,
en plena época del puritanismo inglés, y con una identidad probada y aprobada a
través de los siglos, los bautistas reformados tenemos algunos distintivos bíblicos
particulares que nos caracterizan como tales y que deben encontrarse en toda
iglesia que ostente este nombre.
Lastimosamente, en un siglo en el cual la importancia de la
identidad histórica ha sido relegada por un pluralismo religioso fundamentado en
la ambigüedad doctrinal de muchas denominaciones evangélicas, no es extraño
encontrar algunas iglesias o grupos que se autodenominan “bautistas
reformados”, solamente porque aceptan los cinco puntos del calvinismo, más no
practican o no tienen una identidad total con lo que ha sido siempre el
movimiento bautista reformado.
Por lo tanto, es preciso exponer los principales distintivos
de nuestra fe. Esto ayudará a las iglesias bautistas ya establecidas a reforzar
su identidad, pero también ayudará a las nacientes congregaciones a cultivar
una identidad bíblica e histórica.
Somos iglesias reformadas
Muchos hermanos de denominaciones reformadas, como algunos
presbiterianos, cuestionan el que nosotros nos identifiquemos como bautistas y
a la vez, reformados, pues, según ellos, para llevar este nombre es necesario
identificarnos con el paidobautismo y la teología del pacto, tal y como ha sido
expuesta por la teología reformada clásica. No obstante, como ya hemos visto en
los capítulos anteriores, las iglesias bautistas particulares o calvinistas
comparten una historia común con las grandes denominaciones reformadas que
surgieron en el siglo XVII.
En un principio, en el siglo XVII, los bautistas no llevaban
el apellido “reformado” sino que se dividían entre “generales” y
“particulares”. Los bautistas generales se identificaban más con la
soteriología arminiana, pues, afirmaban que Cristo murió para hacer posible la
salvación a todos los hombres; mientras que los bautistas particulares se
identificaban con la soteriología reformada o calvinista, es decir, que Cristo
murió únicamente por los electos, por el pueblo escogido para salvación.
La diferencia entre bautistas arminianos (generales) y
bautistas calvinistas (particulares) fue desapareciendo poco a poco a finales
del siglo XIX; ya en 1891 se habían fusionado en una sola denominación. En aras
de mantener la unidad entre la Unión Bautista de Inglaterra, las iglesias
fueron perdiendo poco a poco la identidad calvinista, y fueron influenciadas
por el racionalismo alemán que emigró paulatinamente a Inglaterra.
Para esa época, el famoso predicador Carlos Spurgeon fue
usado por el Señor para reavivar las doctrinas puras de la fe bíblica y
calvinista que había caracterizado a los bautistas particulares de Inglaterra.
Sus predicaciones se leían en muchos lugares del mundo, y semanalmente millones
de copias eran distribuidas por doquier. En ellas, Spurgeon presentaba las
preciosas doctrinas de la gracia e invitaba a los cristianos a regresar a las
raíces de la fe evangélica que había caracterizado a los reformadores. Spurgeon
consideraba que las iglesias bautistas que adoptaran el sistema soteriológico
arminiano entrarían en declive doctrinal y su deterioro no tendría límites.
Spurgeon recobró el uso y la enseñanza de las doctrinas bíblicas tal y como
estaban resumidas en la Confesión de Londres de 1689; y a través de él se dio
un resurgir de la fe bautista reformada.
Ya en el siglo XX en USA surgen nuevas iglesias bautistas de
corte calvinista, las cuales empezaron a usar el apellido “reformada”.
Actualmente el movimiento de reforma entre las iglesias bautistas de Inglaterra
y EEUU es muy grande.
Este movimiento de reforma también ha sido exportado a
algunas naciones latinoamericanas, en especial a República Dominicana,
Colombia, Puerto Rico, Perú y México. Actualmente cientos de iglesias bautistas
se identifican como reformadas.
El apellido “Reformado” hace referencia a los estándares
doctrinales que identificaron a los reformados evangélicos del siglo XVI.
Creemos que las iglesias evangélicas deben ser reformadas, es decir, bíblicas.
La reforma no fue sino el regreso a las Escrituras, pues, la iglesia medieval
se había alejado notoriamente de la fe apostólica y la patrística. Preferimos
adicionar al nombre “cristiano” el apellido “reformado” porque esto nos pone en
armonía con aquellas iglesias históricas que siempre han buscado ajustar su
doctrina y práctica a la autoridad suprema de la Palabra de Dios.
Algo que identifica de manera clara y distintiva a las
iglesias reformadas es la afirmación de las “solas de la reforma”, es decir:
Sola Scriptura (La Biblia es la autoridad final en materia de fe y conducta),
Sola Fide (somos justificados sólo por la fe), Sola gratia (la salvación es
sólo por la gracia de Dios), Solus Christus (la salvación es sólo por Cristo),
Soli Deo Gloria (la salvación es obra total de Dios, por lo tanto, solo él
merece la gloria).
Aunque todas las denominaciones evangélicas que nacieron de
la reforma protestante en el siglo XVI pueden ser llamadas reformadas,
realmente este nombre se aplica más que todo a las iglesias que se identifican
con la doctrina “calvinista”. El Señor usó al reformador francés Juan Calvino
para sistematizar la doctrina cristiana, lo cual le permitió influenciar a toda
Europa con esta visión histórica de la fe bíblica.
Una de las doctrinas que permite diferenciar a las iglesias
reformadas del resto de iglesias evangélicas es la soteriología. Los
“calvinistas” o “reformados”, defendiendo la fe ante los seguidores del teólogo
holandés Jacobo Arminio, desarrollaron los cinco puntos o las cinco doctrinas
de la gracia, que son la marca distintiva más marcada de las iglesias
reformadas. Estas doctrinas son:
1. La depravación
total del género humano, es decir, el ser humano, desde la caída, ha sido
afectado totalmente por el pecado. Su mente, su alma, su cuerpo, todo en él ha
sido invadido por el mal y su mayor deleite es pecar y rebelarse contra Dios.
Incluso, sus mejores obras están afectadas por el pecado y no son agradables a
Dios. El hombre no puede buscar a Dios por sí mismo y se opone siempre a Su
voluntad revelada.
2. la elección
incondicional, es decir, toda vez que el hombre no quiere ni puede buscar a
Dios a causa del estado espiritual caído, si él viene a Cristo en un acto de
arrepentimiento y fe sinceros, sólo se debe a que el Padre lo escogió para esta
salvación desde antes de la fundación del mundo. Sólo vienen a salvación
aquellos que han sido escogidos por el amor de la gracia electiva, los demás,
son abandonados en su rebeldía.
3. la expiación
limitada, es decir, la muerte de Cristo es eficaz para todos aquellos por la
cuales fue derramada. Todos los que estuvieron incluidos en el plan redentor
efectivamente serán salvos, pues, la muerte de Cristo es poderosa para
reconciliarlos con Dios. Jesús murió solamente por su pueblo escogido, por
nadie más.
4. la gracia
irresistible, es decir, todos los elegidos, por los cuales murió Cristo, un día
serán llamados externamente por la predicación del evangelio, pero por sí
mismos no podrán venir al Salvador, sino que el Espíritu Santo obrará en su
interior un llamado poderoso que les dará el nuevo nacimiento y les capacitará
para arrepentirse y creer en el evangelio.
5. la
perseverancia o preservación de los santos, es decir, todos los que han sido
elegidos por la gracia de Dios, por los cuales murió Cristo y que un día han
sido llamados eficazmente por el Espíritu de Dios; no solo creerán al
principio, sino que creerán por siempre y nunca se desligarán de Cristo, pues,
ellos mismos no son los que se sostienen de Su gracia, sino que están
escondidos en las poderosas y seguras manos del Padre, quien obrará en ellos de
tal manera que nunca caerán finalmente del estado de gracia o salvación.
Somos iglesias bautistas.
El nombre “Bautista” contiene varias verdades. Primero, hace
referencia a la verdad bíblica de quiénes son los sujetos y cuál es el modo del
bautismo. Creemos que las Sagradas Escrituras enseñan que sólo los creyentes
deben ser bautizados. Nosotros, como bautistas reformados, tenemos una gran
deuda para con nuestros hermanos reformados paido-bautistas. Sus escritos y
aportes teológicos han sido de gran valor, ayuda y transformación para
nosotros. Ellos son nuestros hermanos más cercanos.
No obstante, la Biblia no guarda silencio frente al tema del
bautismo. Es una verdad clara en todas las Escrituras que el bautismo es
solamente para creyentes. Los sujetos del bautismo no pueden ser descubiertos
en el Génesis o en el pacto con Abraham, sino en el Nuevo Pacto, pues, el
bautismo solo puede ser comprendido a la luz de la revelación del Nuevo Pacto.
Cada mandato bíblico relacionado con el bautismo, cada
ejemplo de su práctica en las Sagradas Escrituras y cada enseñanza respecto a
la naturaleza simbólica del bautismo, nos da suficientes pruebas de que es
aplicado solamente a creyentes. Si tomamos la concordancia bíblica y buscamos cada
texto en el cual se habla del bautismo, y, tomando en cuenta su contexto, le
preguntáramos: ¿quién está siendo bautizado?, ¿qué significa el bautismo en
este texto?, necesariamente llegamos a la conclusión de que el bautismo
cristiano es sólo para creyentes.
Respecto al “modo” del bautismo, creemos que la forma
bíblica apropiada es por inmersión. La palabra griega usada comúnmente para
inmersión es baptismo, la cual se encuentra de manera frecuente en el Nuevo
Testamento.
En segundo lugar, el nombre “bautista” significa que sólo
los convertidos y bautizados tienen derecho a ser miembros de la iglesia de
Cristo, es decir, creemos en una membresía regenerada. Si leemos cuidadosamente
las epístolas del Nuevo Testamento, nos daremos cuenta que los apóstoles siempre
hablaron de los miembros de la iglesia de Cristo en términos de “santos”,
“fieles hermanos”, “limpiados por Cristo”.
Autoridad y suficiencia de las Sagradas Escrituras
Las iglesias Bautistas Reformadas creemos que la Biblia es
la toda suficiente y autoritativa Palabra de Dios. Ella es la máxima norma en
materia de fe y conducta. La iglesia se guía solamente por esta revelación y no
acepta ninguna otra fuente de inspiración. Creemos que todo lo que ella
contiene es suficiente para que los creyentes sean perfectos en Cristo. Todo
asunto espiritual o doctrinal debe ser resuelto a la luz de este sacrosanto
libro, y no aceptamos nada que ella no contenga. Todas las áreas de la iglesia
deben ser reguladas por la Biblia.
Las iglesias bautistas reformadas tenemos la convicción de
que la Biblia y la Biblia solamente nos dice qué es la iglesia (1 Tim. 3:15),
asimismo la Biblia y la Biblia solamente define cuáles son los oficios en la
iglesia – ancianos y diáconos; su cualificación y sus funciones (Hch. 20; 1
Tim. 3; Tito 1; Hebreos 13; 1 Pedro 5). La Biblia es la guía suficiente para
indicarnos cómo debe ser la adoración rendida por la Iglesia a Dios (Deut.
12:32; Lev. 10:1; Juan 4:23-24); y la Biblia también nos dice quiénes pueden
ser los miembros de la iglesia y lo que se requiere de ellos.
Creemos que la Biblia es suficiente para decirle a la
iglesia lo que ella debe hacer, cómo fraternizar con otras iglesias locales,
cómo hacer para enviar misioneros, la preparación de hombres para el
ministerio, entre otros.
Confesionalidad
Las iglesias bautistas reformadas están convencidas que la
Biblia es la máxima norma en materia de fe y conducta. No queremos creer nada
espiritual que esté por fuera de ella. Pero siendo que todas las iglesias y
sectas dicen creer lo que la Biblia dice, aunque creen cosas opuestas y
contradictorias entre sí; nuestras iglesias creen que desde los tiempos
apostólicos ha sido una sana costumbre resumir en cortas declaraciones las
principales doctrinas enseñadas por las Sagradas Escrituras, lo cual, nos pone
en armonía con lo que los santos han creído de la Biblia en todas las épocas.
Es por eso que nuestras iglesias confiesan, junto con el resto de iglesias
reformadas, lo que está contenido en los principales credos de la iglesia: El
credo apostólico y el credo niceno.
Pero, como iglesias bautistas reformadas, nos identificamos
completamente con el resumen doctrinal que hizo un grupo de piadosos pastores
puritanos en el siglo XVII, el cual es conocido como la Confesión de Londres de
1689. Esta confesión debe ser estudiada por los pastores, maestros y los
miembros de las iglesias.
La iglesia existe para la gloria de Dios y ella es central
en los propósitos divinos
Las iglesias bautistas reformadas se distinguen por su
incuestionable convicción de que la iglesia existe para la gloria de Dios (Ef.
3:21; 5:26, 27); por lo tanto, la adoración a Dios y la Palabra de Dios son
centrales en su vida. Creemos que la Iglesia es la casa de Dios, no la casa del
hombre, en consecuencia, debemos preocuparnos más por el deleite de Dios que el
deleite del hombre. La iglesia es el lugar donde Dios se reúne con su gente,
pero esto no significa que la iglesia es un lugar sombrío y aburrido, no,
puesto que el lugar donde Dios mora es el sitio más glorioso y santo en la tierra,
es un oasis para el alma sedienta del pecador que busca la gracia de Dios. Pero
también creemos que el lugar donde Dios mora es solemne y santo, como dijera
Jacob: “!Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y
puerta del cielo” (Gén. 28:17).
Es por esta convicción que las iglesias bautistas reformadas
toman con mucha reverencia y seriedad el tema de la adoración a Dios. Creemos
que la iglesia local es fundamental para los propósitos de Dios en la tierra, y
por eso rechazamos que instituciones para-eclesiásticas usurpen esta misión.
Creemos que todos los creyentes deben hacerse miembros en una iglesia local.
Creemos que la misión de llevar el evangelio a todo lugar no
les corresponde a instituciones para-eclesiásticas sino a las iglesias locales,
pues, ellas y sólo ellas fueron comisionadas por Cristo.
La salvación y la santificación
Las iglesias bautistas reformadas se distinguen por la
convicción de que la salvación altera radicalmente la vida del convertido. La
mayor parte de las iglesias evangélicas de nuestro tiempo practica el
decisionismo. Ellos creen que si una persona repite una oración, que es como
una formula, ya es salva, independientemente de si rompe o no con el pecado.
Ellos creen que una persona puede vivir de acuerdo a los que habitan el
infierno, pero finalmente van a ir al cielo, debido a la oración que hicieron.
Aunque algunos maestros afirman que esto no es más que una gran manifestación
de la gracia de Dios, en realidad es, como dice Judas 4: convertir “en libertinaje
la gracia de Dios”. Creemos que la verdadera conversión se refleja en un cambio
radical del corazón. Pablo dice que antes de ser creyentes éramos tinieblas,
pero ahora somos luz en el Señor. Creemos que Jesús vino a salvar a su pueblo
de sus pecados (Mt. 1:21). Proclamamos la verdad escritural de que si alguien
está en Cristo es nueva criatura (2 Cor. 5:17). Proclamamos que Jesús vino para
tener un pueblo celoso de buenas obras (Tito 2:14). Rechazamos como algo
anti-bíblico la idea de que una persona puede abrazar a Jesús como Salvador,
mientras rechaza su señorío. La Biblia no enseña en ningún lugar que Cristo
puede ser dividido, si alguien tiene a Cristo lo tiene en tu totalidad como
sacerdote, rey y profeta.
La ley de Dios
Las iglesias bautistas reformadas tienen la convicción de
que la ley de Dios (como es expresada en los diez mandamientos) es regulativa
en la vida del creyente en el Nuevo Pacto (Jer. 31:31-34; 1 Juan 2:3-4). Pablo
dice que “La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar
los mandamientos de Dios” (1 Cor. 7:19).
Afirmamos que el cristianismo antinomiano (contrario a la
ley), en el cual no hay demandas sobre el convertido, es una perversión del
evangelio, puesto que la Biblia enseña que “sin santidad (práctica), nadie verá
al Señor” (Hebreos 12:14). El camino hacia el cielo es el camino de la
santidad, en el cual solo pueden andar los que realmente han sido convertidos.
Creemos que la ley escrita en el corazón es la misma ley de
los Diez Mandamientos. Juan enseña que, si decimos conocer a Dios, pero no
guardamos los mandamientos, somos mentirosos y la verdad no está en nosotros.
Jesús dijo a sus discípulos que ellos sabrían si le aman si obedecen sus
mandamientos.
El día del Señor o sábado cristiano
Las iglesias bautistas reformadas creemos que los creyentes
tienen del deber de guardar un día a la semana para la adoración colectiva,
conforme ha sido ordenado en el Decálogo. Ese día era en el Antiguo Testamento
el séptimo de la semana, pero a partir de la resurrección de Cristo pasó a ser
el primer día (Domingo), tal y como fue practicado por la iglesia apostólica
del siglo I. Las iglesias bautistas reformadas creemos que Dios exige a los
creyentes dar de su tiempo para adorarlo, apartándose de cualquier labor mundana.
Creemos que las iglesias evangélicas de nuestro tiempo están erradas al irse en
contra del cuarto mandamiento. Los creyentes aún debemos guardar el sabat, el
primer día de la semana. Este es un día especial para que la familia junta se
congregue a rendir adoración al Santo Dios, bajo la guía de los ancianos,
centrados en la predicación de la Palabra del Señor, entonando solemnes himnos,
ofrendando de corazón sincero para el avance del Reino de Dios, y celebrando
los sacramentos.
El hombre moderno es tan adicto a sus placeres, el trabajo y
el entretenimiento, que considera como algo legalista el tener que renunciar a
ellos por 24 horas para adorar al Señor. Más los creyentes bautistas reformados
se deleitan en dedicar un día completo para centrarse exclusivamente en Dios.
Creemos que el domingo, cuando se guarda gozosamente a la luz de las Sagradas
Escrituras, es un anticipo de la vida en la eternidad.
Predicación expositiva
Las iglesias bautistas reformadas creemos que la predicación
de la Palabra es fundamental para la vida de la iglesia. Este es el medio
preferido por Dios para salvar a los pecadores. Y también es el medio preferido
de Dios para exhortar, consolar y edificar a los santos. A través de la
predicación, Cristo es presentado de una manera poderosa al alma y la mente (1
Cor. 1:21; Ef. 4:11-16; 2 Tim- 4:1). Pero no solamente creemos que la
predicación es el elemento central en la vida de la iglesia, sino que ésta debe
ser expositiva, es decir, fiel al texto sagrado, libro por libro, capítulo por
capítulo y versículo por versículo.
Como bautistas reformados, teniendo una mente bíblica,
rechazamos las tendencias que muchas iglesias evangélicas han desarrollado en
este tiempo hacia la enseñanza superficial de la Biblia o la doctrina, hacia
los cultos de adoración centrados en testimonios, milagros, películas, teatro,
danzas, o espectáculos musicales a través de bandas de jóvenes interpretando
canciones religiosas con ritmos inapropiados para la adoración a un Dios
majestuoso.
Creemos que la Palabra de Dios es el elemento central y
primordial en el culto de adoración a Dios. Pablo advirtió a Timoteo que
vendrían tiempos cuando la gente no toleraría la sana doctrina, sino que
andarían de acuerdo a sus propios deseos y se levantarían muchos maestros
(clérigos, pastores) que harán cosquillas a su comezón. Pero Pablo le mandó a
Timoteo que no siguiera esas tonterías que se inventarían los falsos pastores,
sino que se centrara en una sola cosa “Predica la Palabra” (2 Tim. 4:1-2). Abominamos
la predicación floja de pastores infieles que no alimentan a las ovejas.
Principio regulativo de la adoración
Las iglesias bautistas reformadas mantienen un enfoque serio
sobre la adoración. Creemos que la forma aceptable de adorar verdaderamente a
Dios ha sido instituida por él mismo en las Sagradas Escrituras. No podemos
adorarle de acuerdo a nuestras imaginaciones, deseos o intereses culturales o
contextuales. El culto de adoración sólo debe contener lo que ha sido declarado
de manera clara en la Biblia, y en la adoración no podemos incluir nada que no
haya sido mandado por el Señor o los santos apóstoles a través de los escritos
canónicos.
El Dios que adoramos es un Dios de majestad, gloria y
santidad. El Dios de la Biblia es aquel ante quien los ángeles de manera
constante claman: “Santo, Santo, Santo”. Él es muy grande y digno de suprema
alabanza. Creeos que cuando las iglesias se reúnen para adorar al Dios de la
Biblia deben hacerlo con suma reverencia y con un temor grande y glorioso. A él
nos acercamos con temor en nuestros corazones.
Esto no significa que en el culto a Dios no debe haber
alegría, sí, pero una alegría santa, en Dios. Una alegría que no surge de un
sentimiento natural o carnal, sino de una comprensión bíblica de quién es el Señor.
En el culto de adoración hay gozo, pero un gozo moderado y controlado por la
reverencia. Hay mucha diferencia entre un servicio muerto y un servicio
espiritual, serio. Se debe evitar la frialdad muerta y el emocionalismo
infantil.
Las iglesias bautistas reformadas también creen que la
música en el culto debe ser gobernada por el gran hecho central de Aquel a
quien adoramos. Muchas iglesias evangélicas han sido invadidas por una música
carnal que imita al mundo. El culto se ha convertido en un espectáculo mundano
de músicos y artistas que, en nombre de Dios, se promueven ante los demás, así
como se hace en la televisión o en los conciertos multitudinarios. El espíritu
del mundo gobierna esta adoración centrada en que el “adorador” se sienta bien
y sienta emociones que le conducen a creer vanamente que está “experimentando”
la presencia de Dios.
Creemos que lo sagrado no debe ser prostituido y utilizado
como entretenimiento. Si alguien desea entretenimiento debe ir a un salón de
diversiones mundanas, pues, el culto a Dios nada tiene que ver con estas cosas
de la carne.
Creemos que el ritmo musical y los instrumentos musicales
que acompañan la adoración también deben estar acordes con la Majestad de aquel
a quién dirigimos nuestros cantos. El ritmo de bolero o balada romántica se
utiliza para cantarle a la novia o a la esposa; no a Dios. El ritmo de cumbia,
salsa, merengue, vallenato, Rock, entre otros, se utiliza para las parrandas,
la discoteca o el baile mundano; no para adorar al Santo Dios.
Los himnos que se entonan en el culto deben estar
acompañados por un ritmo musical que no apele de manera desmedida a las
emociones de nuestra carne, sino que apelen al espíritu, a través de un ritmo
sereno y apacible.
Creemos que la música instrumental en la iglesia es un
acompañamiento para que el canto congregacional fluya y navegue con mayor
facilidad, pero este acompañamiento no debe ser tan notorio que las voces se
apaguen.
Creemos que el culto a Dios es algo congregacional, donde
todos cantamos, todos adoramos a Dios, no se trata de ver un espectáculo; por
esa razón, los músicos están detrás de la congregación o a un lado, donde no
cobren mucha notoriedad.
Creemos que la letra de los himnos debe ser bíbliocéntrica y
cristocéntrica; no ambigua, es decir, que no se pueda usar para cantarla a Dios
o al esposo. Es una letra que expresa la obra de la redención, de la gracia y
se centra en Dios, no en el adorador.
Creemos que la mayoría de los himnos históricos que aparecen
en los himnarios (Bautista, Celebremos su Gloria, Fe y Alabanza) son baluartes
de nuestra fe histórica, que contienen las doctrinas bíblicas, expresan la fe
de los santos y no promueven una emotividad basada en influencias carnales.
La adoración pública no es un acto individualista en el cual
cada uno se centra en sí mismo para tener comunión con Dios, sino que todos,
juntos, como uno solo, adoran a Dios de manera reverente e inteligente a través
de la lectura de la Palabra, las oraciones comunitarias guiadas por un
director, los himnos y cánticos espirituales, la predicación expositiva, las
ofrendas generosas como Dios haya prosperado a cada uno y la celebración de los
sacramentos.
Si bien es más cómodo cerrar los ojos cuando oramos, con el
fin de no distraernos, debemos evitar aislarnos del resto de la congregación
cuando se adora a Dios en cualquiera de los elementos que forman parte del
culto. La adoración colectiva, es eso, algo colectivo, no aislado, ni
individualista. Algunas iglesias reformadas están siendo influencias por el
modelo de “adoración” carismática, donde el espíritu individualista impera, y
cada uno busca su propio sentir. Esto no forma parte del culto de adoración
bíblico.
Las iglesias bautistas reformadas creen que cuando nos
reunimos para adorar nada tenemos que ver con el mundo, no apelamos a la carne
sino al espíritu, no buscamos las cosas sofisticadas del mundo sino la
sencillez de Cristo.
La evangelización
Las iglesias bautistas reformadas creemos que el evangelismo
es parte esencial de la misión de la iglesia local. No tenemos simpatía por el
hiper-calvinismo, así como tampoco por el arminianismo. No creemos que exista
una contradicción entre la soberanía de Dios en la salvación de su pueblo
elegido y su mandato para que las iglesias locales lleven el evangelio a toda
criatura. Si no podemos conciliar estas verdades escriturales en nuestras
mentes, es resultado de la oscuridad de nuestra comprensión, más es nuestro
deber obedecer la Palabra de Dios, sea que lo entendamos o no.
Esto no significa que las iglesias bautistas reformadas
reconocen como evangelismo lo que muchas iglesias evangélicas de nuestro siglo
practican con ese nombre, pues, creemos que mucho de lo que hoy día se llama
evangelización no es más que psicología y el arte de vender. Hoy día se
practica un evangelismo superficial, caracterizado por presiones carnales,
trucos y métodos humanos, que tienen como objetivo principal producir “decisiones”
y cumplir con ciertas estadísticas.
Practicamos la evangelización, pero no conforme a los
esquemas o métodos que hoy día llevan ese nombre. Debemos ser gobernados por la
Palabra de Dios en la forma cómo evangelizamos y en el contenido de la misma.
Oramos para que el Señor nos ayude a mantenernos conscientes de la necesidad de
llevar el evangelio a toda criatura, porque esto redundará para su gloria y
para la salvación de los hombres.
Creemos que es nuestra responsabilidad dar a conocer el
evangelio, primero, en nuestras propias comunidades, en toda Colombia y en todo
el mundo. Creemos que las iglesias locales deben preparar y enviar misioneros
(tal vez en cooperación con otras iglesias de la misma fe).
Liderazgo masculino
Las iglesias bautistas reformadas están firmemente
convencidas que la Biblia enseña la igualdad en dignidad tanto del hombre como
la mujer. Son iguales en creación, caída y redención. No obstante, Dios ha
ordenado soberanamente que el liderazgo en el hogar, el estado y la Iglesia le
sea asignado al varón. Dios creó dos sexos, y a cada uno corresponden
diferentes papeles o roles. Muchas iglesias evangélicas han sido influenciadas
por una mentalidad mundana y han tergiversado los roles de liderazgo en la
adoración y la familia.
Cuando la Biblia dice que los esposos y padres son la cabeza
en el hogar (Ef. 5; 6; Col. 3), esto no está condicionado por la cultura.
Cuando la Biblia dice que los varones deben conducir la oración, la enseñanza,
la predicación, y que ellos deben ser los pastores o ancianos (1 Tim. 2 y 3),
debemos inclinar nuestros corazones en sumisión y obediencia. La cultura no es
la que debe guiar a la iglesia del Señor Jesucristo, sino los principios
bíblicos.
Las iglesias bautistas reformadas creen que los padres
(varones) son los sacerdotes en sus casas, deben guiar el devocional familiar,
y son los responsables de liderar las iglesias locales. Ellos, conforme a los
dones recibidos del Señor, son los responsables de la dirección de los cultos,
dirigir las oraciones públicas, predicar, enseñar y pastorear.
Autonomía de la iglesia local
Las iglesias bautistas reformadas creen que las
congregaciones locales están compuestas de creyentes bautizados, unidos bajo
Cristo, quien es la cabeza; y que cada iglesia local es totalmente autónoma e
independiente. Esto no significa que las iglesias locales no pueden cooperar
las unas con las otras en misiones y otros proyectos conjuntos; pero cada
iglesia bíblicamente establecida está autorizada por Cristo para gobernar sus
propios asuntos, bajo la guía del cuerpo de pastores o ancianos junto con la
asamblea de miembros. Por lo tanto, las iglesias bautistas reformadas no
conforman denominaciones o asociaciones con jerarquías gubernamentales ajenas a
cada iglesia local. Muchas iglesias han conformado asociaciones, como la
“Asociation of Reformed Baptist Churches of America” en Estados Unidos, la
Asociación Latinoamericana de Iglesias Bautistas Reformadas A-LIBRE en
Colombia, entre otras. Pero estas asociaciones son de carácter voluntario y libre,
es decir, ninguna iglesia será forzada a formar parte de las mismas.
La importancia de la membresía
Las iglesias bautistas reformadas toman muy en serio el tema
de la membresía de la iglesia. Tomamos muy a pecho la advertencia de Hebreos
10:24-25 “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las
buenas obras; no dejando de congregarnos…”
Nuestras iglesias consideran como algo muy serio los deberes
y responsabilidades de los miembros, en otras palabras, la membresía significa
algo muy importante en las iglesias bautistas reformadas. En nuestras iglesias
no debe haber disparidad entre el número de asistentes al culto del domingo en
la mañana y el culto de la tarde, o el servicio de oración entre semana. Es
imposible participar de la vida de la iglesia, como Dios manda, y ausentarse de
los servicios que ella tiene. Algunas iglesias demandan a sus miembros este
deber, pero realmente debe ser un compromiso del miembro para con Dios, los
pastores y los hermanos.
Gobierno a través de ancianos
Las iglesias bautistas reformadas creen firmemente que el
modelo de gobierno eclesiástico presentando en el Nuevo Pacto consiste en
iglesias locales siendo gobernadas por un cuerpo de ancianos o pastores.
Creemos que la Biblia no establece diferencia alguna entre obispos, ancianos y
pastores, sino que estas características deben ser encontradas en los que
lideran las iglesias locales. Asimismo, estamos convencidos que siempre que el
Nuevo Testamento habla de los líderes de la iglesia local, lo hace en términos
de pluralidad y paridad, es decir, nunca se presenta a la iglesia local siendo
gobernada por un solo anciano o pastor, sino por varios. Aunque es posible que
uno de los ancianos sobresalga en la predicación, todos deben tener la cualidad
de ser maestros, doctos en la Escritura, y todos tienen la misma autoridad.
Creemos que los ancianos deben ser escogidos entre los
varones de las iglesias. Rechazamos como antibíblico y contrario a la mente de
Cristo que se nombren ancianas o pastoras.
Todas las iglesias locales orarán al Señor para que levante
más varones como ancianos. Esto no significa que todos deben estar ocupados el
cien por ciento de su tiempo en las labores ministeriales, pero al menos uno de
ellos debe ser sostenido para que se dedique de manera exclusiva a esta labor.
Cesacionismo en los dones de revelación y milagros
Las iglesias bautistas reformadas están plenamente
convencidas que las Sagradas Escrituras enseñan que los dones de revelación y
milagros fueron dados por Cristo a los apóstoles, y su círculo cercano de
emisarios, con el fin de ser señales que confirmaban al pueblo judío que la fe
cristiana es la fe que viene del cielo, que Cristo es el Hijo de Dios y que el
evangelio predicado por los discípulos de Cristo, es el evangelio del Dios
viviente.
Una vez que las señales cumplieron su papel confirmatorio
ante los judíos, estas dejaron de ser, y la iglesia ahora es edificada a través
de la predicación solamente de la Palabra escrita de Dios (la Biblia). Por lo
tanto, creemos que los dones de milagros, sanidades, lenguas, interpretación de
lenguas, profecías, entre otros, no continuaron en la iglesia después del siglo
I; y que cualquier supuesta manifestación de los mismos en la actualidad debe
ser puesta en duda.
Hoy día el Señor puede hacer milagros, y de seguro que los
hace, más no a través de una persona que reclame tener un don especial.
Santiago instruye a los santos para que, en caso de estar enfermos, busquen a
los ancianos para que oren por ellos. No se indica que los cristianos busquemos
a los que tienen dones de sanidad, porque esto no continuaría para siempre en
la iglesia.
También creemos que una vez se completó el canon de los
libros sagrados del Nuevo Testamento, no había necesidad alguna de la
manifestación de los dones de lenguas, profecías e interpretación de lenguas;
puesto que todas las formas anteriores de revelación han cesado, y ahora
recibimos la Palabra de Dios a través de su libro escrito.
Escatología amilenial
Las iglesias bautistas reformadas afirman su rechazo a la
moderna interpretación de la escatología bíblica con un enfoque dispensacional
y premilenial. Creemos que la Biblia no enseña que la segunda venida de Cristo
estará precedida por un rapto secreto y un milenio literal, sino que cuando
Jesús venga por segunda vez se dará la resurrección de los muertos, justos e
impíos, y este hecho será el inicio de la introducción del estado eterno, de
gloria para los elegidos, y de condenación para los impíos.
Creemos que los mil años mencionados en Apocalipsis
representan el período de tiempo comprendido entre la primera y la segunda
venida de Cristo; que la Iglesia es el verdadero Israel sobre el cual reina
Cristo de manera espiritual, librándonos del poder del maligno, quien ha sido
atado por el poder del Señor a través de su vida, obra, muerte y resurrección.
Tomado del blog:
historiaiglesiabautistareformada.blogspot.com/
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