mayo 2023 - Evangelio primitivo blog de Cesar Ángel

miércoles, 10 de mayo de 2023

Se hizo Pablo mundano para ganar a los mundanos? 1 Corintios 9:19-23

mayo 10, 2023 0
Se hizo Pablo mundano para ganar a los mundanos? 1 Corintios 9:19-23

 




Texto bíblico base: 1 Corintios 9:19-23

“Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él”.  


INTRODUCCIÓN

 

A continuación, el apóstol nos brindara una importante lección de cómo usar nuestra libertad en Cristo sin dañar la conciencia de los débiles a través de su ejemplo personal. No olvidemos que lo que desencadeno todo este discurso fue la pregunta que los corintios le hicieron a través de una carta referente a comer de lo sacrificado a los ídolos ya que algunos creyentes que habían adquirido cierto conocimiento en cuanto a que un ídolo no era nada y comían de esta carne, pero al mismo tiempo estaban dañando la conciencia de los débiles hasta el punto de hacerlos tropezar de la fe. Pablo concluirá con su ejemplo personal de cómo el cristiano tiene que manejar su libertad con el fin de contribuir a la salvación de las almas y la edificación de la iglesia.

 

 

SIENDO LIBRE SOY ESCLAVO DE TODOS

 

“Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número…”

1 corintios 9:19

 

En este versículo Pablo retoma el tema de la libertad que inicio al principio del capítulo. En los tiempos de Pablo existían dos clases sociales bien diferenciadas, los esclavos y los libres. Pablo por ser un ciudadano romano era un hombre libre y no estaba sujeto a ningún tipo de servidumbre, y en estos tiempos era inconcebible ver a un hombre libre trabajando con sus propias manos ya que esta tarea era exclusiva de los esclavos. Sin embargo, por amor a la iglesia y por no poner ningún obstáculo a su predicación, el apóstol había decidido renuncia a su derecho de recibir una compensación económica por su servicio y trabajar para auto sostenerse. En lugar de comportarse como un hombre libre había decido convertirse en un servidor de la iglesia: Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos. Con esta actitud el apóstol estaba cumpliendo con las palabras de Jesús a sus discípulos de convertirse en el servidor de los demás: “Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”, (Mateo 20:25-28). Con convertirse en el servidor de los demás Pablo sabía que podía ganar más fácil la confianza de la gente y así anunciarles con mayor efectividad el mensaje del evangelio. Todo esto era parte de su estrategia para ganar a mayor numero personas para Cristo: para ganar a mayor número.

 

A LOS JUDÍOS COMO JUDÍO

 

“Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley…”

1 corintios 9:20

 

A continuación, el apóstol vuelve a hacer una aplicación de como renuncia a su libertad de la ley por el conocimiento de la gracia que había recibido y se sujeta a ella con tal de ganar a los judíos para Cristo. Por nacimiento Pablo era un verdadero judío y como tal en el pasado estuvo sujeto a la ley, pero al conocer la gracia de Cristo su perspectiva cambio y se convirtió en un gran defensor de la salvación por gracia sin las obras de la ley: “Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado”, (Gálatas 2:16). Sin embargo, en ocasiones Pablo estaba dispuesto a cumplir con los requerimientos de la ley con tal de ganar la confianza de los judíos y testificarles el mensaje del evangelio. Cuando aquí se habla de ley, nomos (νόμος) en griego, se refiere específicamente a la ley ceremonial y civil que los judíos practicaban, tal y como la ley sabática, el lavado de manos, los ritos de purificación como el de nazareo, la observancia a las leyes dietéticas como no comer cerdo o el no entrar en casa de gentiles. Pablo sabía que tales cosas ya no eran necesarias obedecerlas desde el momento que se viene a Cristo, pero tampoco condenaban a alguien realizarlas, por lo que en ocasiones estuvo dispuesto a hacerse a los judíos como un judío para ganarlos para Cristo: Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley. Podemos verlo en la Biblia cuando por estrategia permitió que Timoteo, el cual tenía sangre judía por parte de su madre, fuera circuncidado y así alejar las murmuraciones de los judíos: “Quiso Pablo que éste fuese con él; y tomándole, le circuncidó por causa de los judíos que había en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era griego”, (Hechos 16:3). También realizo un voto de nazareo en Corinto para expresar su agradecimiento a Dios: “Mas Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí, después se despidió de los hermanos y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía hecho voto”, (Hechos 18:18). Además, acepto el consejo de Santiago y los ancianos de la iglesia de Jerusalén de participar en una ceremonia de purificación y pagarles el rito a 4 varones para no escandalizar a los judíos por su visita: “Haz, pues, esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres que tienen obligación de cumplir voto. Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la ley”, (Hechos 21:23-24). Todo esto lo hacía Pablo para ganar la confianza de los judíos y poderles testificar del amor de Cristo y así ganar sus almas para Dios: para ganar a los que están sujetos a la ley. No obstante, muchas veces no logro su objetivo ya que generalmente era rechazado por los de su propia nación.

 

A LOS GENTILES COMO GENTIL

 

“…a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley…”

1 corintios 9:21

 

Ahora el apóstol nos brinda un tercer ejemplo de cómo hace uso de su libertad y el conocimiento pleno de las Escrituras que tenía para acercarse a los que están sin ley: a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley. La palabra griega anomos (ανόμος) se traduce aquí como sin ley y se refiere específicamente a los gentiles. El ministerio de Pablo se enfocó principalmente en los gentiles a tal punto que se ganó el título de apóstol de los gentiles: “Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio”. (Romanos 11:13). Cuando dice que se comporta delante de ellos como si estuviera sin ley: como si yo estuviera sin ley, se refiere específicamente al cumplimiento de la ley ceremonial y civil, y no a la moral. Los judíos solían apegarse al cumplimiento riguroso de una serie de rituales de purificación y días festivos pero el apóstol había comprendido que en la gracia de Cristo esto ya no era necesario por lo que no les exigía su cumplimiento. Una de las cosas que se vio en el concilio de Jerusalén fue lo difícil que iba ser ponerles a los gentiles convertidos al cristianismo estas imposiciones, algo que ni siquiera los mismos judíos habían podido cumplir, y por tal motivo llegaron a la conclusión de no hacerlo: “Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme. Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar, Para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos. Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre”, (Hechos 15:13-20). Sin embargo, muchas veces se ignoraron estas recomendaciones a tal punto que se les imponían a los gentiles convertidos la observancia de la ley algo que Pablo constantemente combatió: “¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?... Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá”, (Gálatas 3:1-2, 11). En algunas ocasiones tuvo que contender contra la actitud de los judíos cristianos que querían judaizar a los gentiles, tal y como lo hizo con Tito: “Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros”, (Gálatas 2:3-5). También reprendió a Pedro por su actitud hipócrita ante los gentiles, ya que cuando estaba a solas con ellos comía con los judíos, pero cuando llegaban los cristianos judíos se alejaba de ellos: “Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?”, (Gálatas 2:11-14). Por tanto, Pablo nunca obligo a los gentiles a sujetarse a estas leyes ceremoniales y civiles enseñándoles que en la gracia de Cristo esto no es necesario para agradar a Dios, más que solo la fe. Ahora bien, esto no significa que el apóstol no estuviese sujeto a ninguna ley, si lo estaba: no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo. La ley a la que se refiere es la moral y como cristianos estamos obligados a vivir en santidad obedeciendo los mandamientos y ordenanzas que lo regulan. Al final todo esto lo hacía para ganar a Cristo a los gentiles: para ganar a los que están sin ley.

 

SIENDO FUERTE ME HE HECHO DÉBIL

 

“Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles…”

1 corintios 9:22

 

Ahora Pablo retoma el tema de los cristianos de débil conciencia. No olvidemos lo que desencadeno toda esta discusión. En Corinto existía un problema que se estaba originando entre la iglesia del Señor ya que algunos que habían alcanzado cierto nivel de conocimiento entendían que los ídolos no eran nada y, por tanto, el comer de lo sacrificado a ellos no los contamina; el problema era que no en todos estaba este conocimiento y cuando uno de estos los observaba comer de lo sacrificado a los ídolos su débil conciencia se perturbaba y en ocasiones los hacían tropezar de la fe lo cual ya era muy grave. Obviamente el apóstol estaba entre el grupo de los fuertes, pero hacia discreción de su conocimiento evitando comer de lo sacrificado de los ídolos para no trastornar la conciencia de los débiles y de allí que dice: Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles. En su carta a los Romanos insiste a los cristianos fuertes el tener consideración de sus hermanos débiles: “Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí”, (Romanos 14:1-7). Aquí Pablo se extiende un poquito más en su temática referente a los fuertes y débiles y les exhorta a estos primeros a recibir a los débiles con mucho cuidado evitando entrar en discusión por la práctica de algunas cosas que no son determinantes para la salvación del alma. Muy probable que se dirige a aquellos que se habían desligado por completo de la ley ceremonial que los judaizantes enseñaban. El punto radica en no entrar en discusión por cuestiones de dietas u observancia de días especiales, al final cada quien debe estar plenamente convencido en su propia mente que lo que hace o no hace es para el Señor y Él será quien habrá de juzgar cada una de nuestras obras. Al final, el fuerte en la fe tiene mayor responsabilidad que el débil ya que por el conocimiento que ha alcanzado se espera que sepa edificar en el amor de Cristo a sus hermanos: “Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos”, (Romanos 15:1).

 

LA META FINAL RADICA EN SALVAR ALMAS

 

“…. a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él”.

1 corintios 9:22-23

 

Pablo nos comparte la forma de como su pleno conocimiento en las Escrituras y el amor lo llevaba a manejar su libertad para alcanzar a los perdidos: a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. Con esto el apóstol no está diciendo que toleraba prácticas mundanas o pecaminosas, sino cuestiones de opiniones que al final no arrastran al infierno. Esto tampoco significa que su actitud podía considerarse hipócrita ya que su único fin era compartir el mensaje del evangelio y si algunas cuestiones teológicas podían estremecer la conciencia de las personas recién convertidas o de aquellos que aún no habían alcanzado este nivel, se mantenía a raya con tal de no poner una barrera entre ellos y Cristo. Al final su lema era: Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él.

Publicado por Walter Cuadra. 

Página "Mundo Bíblico. El estudio de su Palabra"


lunes, 8 de mayo de 2023

Hace Dios Acepción de personas en la Salvación?

mayo 08, 2023 0
Hace Dios Acepción de personas en la Salvación?

 


La respuesta es NO hace acepción de personas y Sí ejerce su Soberanía y su Justicia en la elección y predestinación que realizó desde antes de la fundación del mundo para la salvación de los hombres (Efesios 1: 4).

La mayor parte de la cristiandad de hoy NO cree en las doctrinas bíblicas de la elección y la predestinación.

Y uno de sus principales argumentos es que DIOS NO HACE ACEPCIÓN DE PERSONAS. Para ellos, Dios no ejerce ni su soberanía ni su justicia en la salvación del hombre, ejerce solo el amor que tiene por la humanidad.

Ellos soportan este argumento en versículos como Juan 3: 16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.”.

Empecemos por aclarar que ni los que consideran Que Dios no hace acepción de personas para salvación, puedan creer en el exabrupto de que todos van al cielo y nadie al infierno (universalismo).

Ellos dicen que Dios no hace acepción de personas, pero en Juan 3: 16 vemos que Dios ya hizo el primer filtro: hay que creer en Jesucristo para salvación. Los incrédulos se condenan.

A esto dirán: “Dios no hace acepción de personas que creen en Jesucristo” Y es cierto. Pero resulta que la Fe es don de Dios, no es mérito del hombre. Veamos:

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe. Efesios 2: 8-9

Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Romanos 12: 3

“Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no solo que creáis en él, sino también que padezcáis por él” Filipenses 1: 29

“puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” hebreos 12: 2.

Y la Fe es don de Dios, porque si fuera merito humano, sería salvación por obras y no por Gracia (Efesios 2: 08).

Porque si la Fe fuera merito humano nadie se salvaría, porque “bueno no hay ni aun uno” (Romanos 3: 10).

Y bueno no hay ni aun uno porque todo hombre natural está muerto en delitos y pecados (Efesios 2: 1)

Nadie puede venir a Cristo si el Padre no le enviare (Juan 6: 44)

Entonces aquí tenemos el filtro definitivo de Dios. Dios es el que otorga la Fe. Y obligatoriamente la Palabra de Dios nos envía a la elección y predestinación para ver a quienes otorgó Dios la Fe.

La elección a cargo de Dios NO es acepción de personas. Es soberanía y sobre todo justicia de Dios. Porque todos merecemos la condenación eterna por causa de nuestro pecado. Dios sería justo si nos envía a todos al castigo eterno que merecemos, pero Él en su soberanía y su misericordia (Efesios 2: 4) decide salvar a unos, no porque haya visto algo en ellos, sino por el puro afecto de su voluntad (Efesios 1: 5).

Por lo tanto, en aquellos que no escogió Dios para salvación hay justicia (merecen el castigo eterno) y en los que eligió para salvación hay soberanía y misericordia. No hay injusticia ni acepción.

¿PORQUE DIOS NO ESCOGIÓ A TODOS PARA SALVACIÓN?

Las Escrituras nos responden en Romanos 9: 14-24:

¿Qué, pues, diremos? ¿Qué hay injusticia en Dios? En ninguna manera. 15 Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. 16 Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. 17 Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. 18 De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.

19 Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad? 20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: Por qué me has hecho así? 21 ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? 22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, 23 y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria, 24 a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no solo de los judíos, sino también de los gentiles?

¿ENTONCES SE CONTRADICEN LAS ESCRITURAS?

“No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, 7 ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. 8 Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes. 9 Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo. 10 Y no solo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre 11 (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), 12 se le dijo: El mayor servirá al menor. 13 Como está escrito: A Jacob amé, más a Esaú aborrecí. (Romanos 9: 6-13).

A todo esto, dirán: “romanos 9 habla de la salvación de los gentiles”. A lo que por supuesto respondemos: No es la elección de los gentiles para salvación, nuestra elección para salvación? No somos nosotros gentiles (gentil es llamado en la Escritura el que no es judío nacional) ¿Acaso por ser gentiles ya están salvos, sin creer en Jesucristo? ¿Igual no tiene que tener la Fe en él que solo Dios otorga? (como ya lo vimos). Romanos 9 habla de NOSOTROS.

Pero insistirán y dirán: “Dios eligió para salvación usando su atributo de pre-conocimiento” (presciencia), con el que pudo ver quien habría de creer en él, quien habría de ser bueno, piadoso, etc.

Este argumento es tan pobre como el universalismo.

Todas las veces que el término o el concepto (pre-conocimiento) es usado en las Escrituras, Presciencia no se refiere al pre-conocimiento de las obras de las personas. Se refiere a las personas mismas. A los que de antemano conoció.

Romanos 8: 29 dice “ Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 30 Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó”. En la primera frase vemos la presciencia de Dios: “A los que antes conoció”.

En Hechos 2: 23 también vemos la presciencia de Dios: “a este, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole”

En romanos 8: 2 vemos otro ejemplo de la presciencia de Dios “No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció”.

En 1 Pedro 1: 2 dice: “elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas”. Aquí la Palabra se refiere a los judíos expatriados (en la diáspora) que Dios conocía de antemano. No que Dios haya visto algo bueno en ellos, como muchos interpretan este versículo. Simplemente conocidos (amados) por Dios de antemano. Eso es todo.

Si Dios hubiese tenido en cuenta lo que habría de ver en el futuro de las personas en su elección para salvación, esto plantearía varios problemas o contradicciones:

1. Recordemos que Dios es el dador de Fe. ¿Porque Dios necesitaría ver en el futuro a quienes otorgó la Fe? ¿Acaso Dios la otorgó desde antes de la fundación del mundo (Efesios 1: 4) y se le olvido a quién?

2. ¿Si Dios en el pasado eterno, decidió ver el futuro de los hombres para elegirlos en salvación, que vio realmente?

R/Que sin Él estamos muertos en delitos y pecados (Efesios 2: 1), que no hay quien lo busque (romanos 3. 11). Que el corazón del hombre es perverso (Jeremías 17: 9)

LA SOBERANÍA DE DIOS

Volvamos ahora al argumento inicial de que “DIOS NO HACE ACEPCIÓN DE PERSONAS PARA SALVACIÓN”.

¿Es esto lo que realmente nos muestran Las Escrituras? ¿O vemos a Dios ejerciendo su SOBERANÍA? Veamos:

Eligió a Abel y no Caín.

Eligió a Abraham de UR, un pueblo pagano de Caldea.

Eligió a Noé y su familia.

Eligió a Lot y los suyos.

ELECCIÓN DEL PUEBLO DE ISRAEL. Dios al elegir a su pueblo, envió a condenación a las demás naciones del mundo.

Y lo escogió no por nada que viese en este pueblo pues era el mas insignificante entre todos.

“No por ser vosotros más que todos los pueblos, os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó”. Deuteronomio 7: 7-9

Escogió a Jacob y no a Esaú

Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo. 10 Y no solo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre 11 (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), 12 se le dijo: El mayor servirá al menor. 13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí. (romanos 9: 9-13).

¿Y PORQUE DIOS ES SOBERANO EN CUANTO A LA ELECCIÓN?

Para la alabanza de su GLORIA

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado (Efesios 1: 3-6).

En la última frase (efesios 1: 6) dice: “para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado”

“NOS HIZO ACEPTOS” AQUÍ ACEPCIÓN ES REALMENTE SOBERANÍA, ¿PARA QUE? PARA SU GLORIA

ANEXO:

En las Escrituras dice en muchos pasajes que Dios no hace acepción de personas.

En muchos se refiere a que Dios no hace acepción de personas para aplicar su justicia.

En la mayoría de ellos se refiere a la aplicación del bien y del mal o a la aplicación de la ley.

En otros se refiere a no hacer discriminación de personas de acuerdo a su condición económica. En otros a no discriminar a las personas según su nacionalidad o sexo.

En ninguno se refiere a que Dios, en su decreto eterno, desde antes de la fundación del mundo, no hizo acepción de personas en la elección y predestinación de los que habrían de ser salvos. En su elección y predestinación de los que habrían de ser salvos fue SOBERANO.

Algunos pasajes que se refieren a la Salvación, mencionan que Dios no hace acepción de personas. En estos casos se refiere a que el evangelio de Salvación será predicado a todas las naciones y no solo a los judíos. A que será predicado a toda criatura sin distinción de raza, sexo o condición económica.

Por ejemplo, en Hechos 10: 34 Vemos a Pedro exclamar con énfasis: “En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas”. Pedro, que había sido uno de los que se negó a que un gentil incircunciso (griego venido con Pablo en Hechos 15) entrará en el templo y se le predicará el evangelio, ahora reconoce que debe predicarlos al centurión romano Cornelio.

Ahora el evangelio será predicado a todas las naciones, eso constituye el llamado general en el que todos oirán la Palabra predicada (romanos 10: 14-17), pero no todos serán salvos.

Veamos:

“Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho” Deuteronomio 10:17

No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos. Deuteronomio 16:19

Sea, pues, con vosotros el temor de Jehová; mirad lo que hacéis, porque con Jehová nuestro Dios no hay injusticia, ni acepción de personas, ni admisión de cohecho. 2 crónicas 19:7

¿Haréis acepción de personas a su favor? ¿Contenderéis vosotros por Dios? Job 13:8

Él os reprochará de seguro, Si solapadamente hacéis acepción de personas. Job 13:10

No haré ahora acepción de personas, Ni usaré con nadie de títulos lisonjeros. Job 32:21

¿Cuánto menos a aquel que no hace acepción de personas de príncipes? ¿Ni respeta más al rico que al pobre, Porque todos son obra de sus manos? Job 34:19

También estos son dichos de los sabios: Hacer acepción de personas en el juicio no es bueno. Proverbios 24:23

Hacer acepción de personas no es bueno; Hasta por un bocado de pan prevaricará el hombre. Proverbios 28:21

Por tanto, yo también os he hecho viles y bajos ante todo el pueblo, así como vosotros no habéis guardado mis caminos, y en la ley hacéis acepción de personas. Malaquías 2:9

Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, Hechos 10:34

porque no hay acepción de personas para con Dios. Romanos 2:11

Pero de los que tenían reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas), a mí, pues, los de reputación nada nuevo me comunicaron. Gálatas 2:6

Y vosotros, amos, haced con ellos lo mismo, dejando las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas. Efesios 6:9

Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas. Colosenses 3:25

Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. Santiago 2:1

pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores. Santiago 2:9

Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; 1 Pedro 1:17

Gracia y Paz

Cesar Ángel

Puede hacer uso de este estudio con fines pedagógicos, sin ánimo de lucro y citando al autor y a la fuente "Evangelio primitivo"

 

 

martes, 2 de mayo de 2023

SIGNIFICADO DE EXPIACIÓN, REDENCIÓN, JUSTIFICACIÓN, PROPICIACIÓN, REMISIÓN, SUSTITUCIÓN

mayo 02, 2023 0
SIGNIFICADO DE EXPIACIÓN, REDENCIÓN, JUSTIFICACIÓN, PROPICIACIÓN, REMISIÓN, SUSTITUCIÓN

 


La obra sacrificial hecha en la cruz por nuestro Señor Jesucristo, es descrita por doctrinas cuyos nombres, en algunos casos, parecieran tener el mismo significado y en otros son confusos y para muchos son nombres desconocidos. Estamos hablando de los términos: REDENCIÓN, EXPIACIÓN, REMISIÓN, JUSTIFICACIÓN, PROPICIACIÓN, SUSTITUCIÓN, IMPUTACIÓN Y RECONCILIACIÓN.

 

El objetivo de este artículo es explicar el significado de cada una de estas palabras que son también doctrinas.  

 

REDENCIÓN

 

La palabra redimir significa “comprar.” El término era usado específicamente con referencia al pago de la libertad de un esclavo. La aplicación de este término a la muerte de Cristo en la cruz, significa exactamente eso. Si somos “redimidos,” entonces nuestra condición previa era la de esclavitud. Dios ha pagado nuestra libertad, y ya no estamos bajo la esclavitud del pecado o de la ley del Antiguo Testamento. Este uso metafórico de la redención es la enseñanza de Gálatas 3:13; y 4:5.

 

En la antigüedad, el pueblo de Israel estaba muy habituado a considerar los rescates a través de la redención. Recordemos el clásico pasaje de Rut:

 

 

 “Después le dijo Noemí: Nuestro pariente es aquel varón, y uno de los que pueden redimirnos” Rut 2:20

 

El concepto de redención enmarcado en ese tiempo solo en leyes sociales, venía a ser parte de las sombras o figuras que hablaban de lo que siglos más tarde Cristo realizaría en la cruz.

 

Era necesario que alguien pagara el precio de nuestro rescate. Era imprescindible que alguien comprara nuestra libertad, y eso es lo que hizo nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo.

 

“Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” 1 Corintios 6:20.

 

 

Todos necesitan de la redención. Nuestra condición natural fue caracterizada por la culpa: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.” La redención de Cristo nos ha librado de la culpa: “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús.”

 

Los beneficios de la redención incluyen la vida eterna (Apocalipsis 5:9-10), el perdón de los pecados (Efesios 1:7), la justificación (Romanos 5:17), libertad de la maldición de la ley (Gálatas 3:13), adopción dentro de la familia de Dios (Gálatas 4:5), liberación de la esclavitud del pecado (Tito 2:14; 1 Pedro 1:14-18), paz con Dios (Colosenses 1:18-20), y la morada permanente del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19-20). Entonces, ser redimido es ser perdonado, santificado, justificado, bendecido, liberado, adoptado y reconciliado. (Ver también Salmos 130:7-8; Lucas 2:38; y Hechos 20:28).

 

 

La palabra rescate está relacionada con el concepto cristiano de la redención. Jesús pagó el precio de nuestra liberación del pecado (Mateo 20:28; 1 Timoteo 2:6). Su muerte fue ofrecida a cambio de nuestra vida. De hecho, la Escritura dice claramente que la redención sólo es posible “a través de Su sangre” (esto es, por Su muerte), Colosenses 1:14.

 

Las calles del cielo estarán llenas de excautivos, quienes, por ningún mérito propio, se encuentran perdonados y libres. Los esclavos del pecado son convertidos en santos. No sorprende que cantan un nuevo cántico—un cántico de alabanza al Redentor que fue inmolado (Apocalipsis 5:9). Nosotros éramos esclavos del pecado, condenados a una separación eterna de Dios. Jesús pagó el precio para redimirnos, resultando en nuestra liberación de la esclavitud del pecado, y nuestro rescate de las consecuencias eternas de ese pecado.

 

 REMISIÓN

 

“Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” Mateo 26:28

 

La palabra remisión denota el acto de devolver algo a su origen o de enviarlo lejos.

 

 

En el antiguo testamento, aparece el texto de levítico 16, en donde se ordena para el día de la expiación apartar un macho cabrío que cargaría los pecados para “remitirlos” a Azazel. Si bien, no existe mucha claridad en el origen de la palabra Azazel, se concluye que su significado es algo así como una entidad demoníaca ubicada en lugares desérticos, destino al cual era enviado aquel macho cabrío.

 

“Y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto” Levítico 16:21

 

El acto de remisión, en otras palabras, significa tomar la carga del pecado y llevarla lejos. Como ya hemos señalado, en el antiguo pacto, la imagen misma de las cosas y la obra de Cristo en la cruz, aparecen en medio de figuras y símbolos, pero en el nuevo pacto todo es hecho manifiesto con la muerte de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

 

El Señor Jesucristo fue el cordero de Dios destinado, desde antes de todas las cosas, para derramar su sangre para remisión de nuestros pecados. Es importante precisar que no solo la sangre es lo indispensable, sino que el derramamiento de la misma.

 

“Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión” hebreos 9:22

 

Toda persona que cree de todo corazón en el sacrificio de Cristo como único medio para alcanzar salvación, obtiene esta bendita remisión. De esta manera, todos nuestros pecados han sido enviados lejos de la presencia de Dios. Sin remisión, ningún hombre puede ser salvo.

 

JUSTIFICACIÓN

 

En pocas palabras, justificar es declarar justo; hacerlo a uno justo con Dios. La justificación, es Dios declarando justos a aquellos que reciben a Cristo, basándose en que la justicia de Cristo es imputada a la cuenta de aquellos que lo reciben. Aunque la justificación, como un principio, se encuentra a través de toda la Escritura, el pasaje más importante que describe la justificación en relación a los creyentes está en romanos 3:21-26:

 

“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en Él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que Él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe en Jesús."

 

 

Somos justificados, declarados justos, al momento de nuestra salvación. La justificación no nos hace justos, sino más bien declara nuestra justificación. Nuestra justificación procede de poner nuestra fe en la obra terminada de Jesucristo. Su sacrificio cubre nuestro pecado, permitiendo que, a través de él, Dios nos vea como perfectos y sin culpa. Porque como creyentes estamos en Cristo, Dios ve la propia justicia de Cristo cuando nos mira. Esto satisface las demandas de perfección de Dios; así que, de esta manera, Él nos declara justos – Él nos justifica.

 

Romanos 5:18-19 lo resume bien: “Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.”

 

¿Por qué es tan importante este pronunciamiento de justificación? “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.” (Romanos 5:1). Es por la justificación que la paz de Dios puede reinar en nuestras vidas. Es por el HECHO de la justificación, que los creyentes pueden tener la seguridad de la salvación. Es el HECHO de la justificación, lo que permite que Dios inicie el proceso de santificación – el proceso de Dios haciendo realidad en nosotros, lo que ya somos posicionalmente.

 

SUSTITUCIÓN E IMPUTACIÓN

 

Cuando hablamos del sacrificio de Jesucristo en la cruz, conviene pensar en el significado de lo que realizó en ese lugar, la sustitución y la imputación. Cuando Jesús sustituyó se implica que representó a alguien. Por ejemplo, Jesucristo murió sustituyendo a otros que debían padecer el pago por su pecado. Es por eso que decimos que Jesús sufrió una muerte vicaria, sustitutiva. El castigo de nuestra paz recayó sobre él (Isaías 53:5), Cristo es nuestra pascua (1 Corintios 5:7), cuyo cuerpo partido fue por sus discípulos (Lucas 22:19-20) (y por los que habrían de creer por la palabra de ellos -Juan 17:20), no partido por el mundo en general por el cual no rogó (Juan 17:9). Sabemos que Dios no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros (no dice por todo el mundo); quien alejó el pecado de nosotros por su propio sacrificio. Cristo me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gálatas 2:20). Son abundantes los textos que refieren a una sustitución por nosotros (su pueblo) y dejan por fuera a los que nunca han sido ni serán sus ovejas.

 

Hay quienes procuran objetar la multitud de referencias a la sustitución particular de Jesús en la cruz y colocan un verso extraído de la Biblia que aparenta sugerir lo opuesto. El mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero (1 Juan 2:2). Acá sucede lo mismo que con la palabra mundo o con el término todos. Solamente el contexto es capaz de aclarar su aparición. Empecemos por decir que, si el verso citado de Juan habla de la expiación universal, entonces todos los demás textos están equivocados. Habría que corregirlos o tal vez rechazarlos, en especial aquel que el propio Juan también escribió: que Jesús no rogó por el mundo sino solamente por los que el Padre le había dado.

 

 

Sin embargo, eso no frenaría la contradicción y sabemos por principio general que la Escritura no se contradice. Entonces, Juan no está hablando de expiación universal, sino colectiva. Recordemos que, así como Pablo fue el apóstol de los gentiles, Juan lo era de los judíos. Su iglesia estaba compuesta fundamentalmente de judíos conversos, por lo cual escribió que el sacrificio de Jesucristo se hizo no solamente en favor del pueblo judío escogido (pues no todos ellos fueron creyentes), sino que además se incluía al resto del mundo (el mundo gentil creyente).

 

Sabemos que era natural para los judíos hablar separadamente de ellos en relación con el resto del mundo; esta costumbre también la tenía el pueblo romano, quien se daba el lujo de tener dos tipos de Derecho: el ius romano y el ius gentium (el Derecho romano y el Derecho de Gentes). Con uno de ellos juzgaban a sus ciudadanos, pero con el otro al resto de las gentes, al resto del mundo. Juan el Bautista bautizaba con agua, y toda Jerusalén se iba tras él a bautizarse, pero allí no acudieron Herodes ni su familia, ni la mayoría de los fariseos o saduceos, ni muchos más; sin embargo, la expresión bíblica habla de esa manera, de un todo colectivo, no distributivo. Hoy día nosotros decimos frases semejantes, como que la ciudad llenó todo el estadio de fútbol, o toda la plaza de toros. Son expresiones comunes que no denotan jamás la literalidad de sus palabras. La noticia la sabe todo el mundo es una frase hiperbólica, exagerada, con el fin de llamar la atención.

Por lo expresado espero quede claro que en la Biblia aparecen tropos y figuras del lenguaje que no siempre denotan la literalidad de sus palabras, sino que connotan de acuerdo al contexto en que aparecen.  La imputación hace referencia a un cargo legal a la cuenta de otro. De esta forma, la Biblia nos asegura que todos los pecados de algunos pecadores, junto con su culpa y condena, fueron cargados (imputados) a la cuenta de Jesucristo. Jesucristo fue hecho pecado por nosotros (Gálatas 3:13), Cristo cargó el pecado de muchos (hebreos 9:28), cargó en su cuerpo nuestros pecados en la cruz (1 Pedro 2:24) y llevó el pecado de muchos (Isaías 53:4-12).

 

EXPIACIÓN

 

I.              SIGNIFICADO

En el sentido literal de la palabra "expiar" o hacer expiación quiere decir cubrir.

Creemos que Jesucristo, por su obediencia personal, honró la ley divina, y que por su muerte hizo una expiación completa y vicaria por nuestros pecados; creemos que su expiación consistió, no en dejarnos un ejemplo con su muerte como un mártir, sino que fue la sustitución voluntaria de Él mismo en el lugar del pecador, el justo muriendo por el injusto". Así dice la confesión de fe de muestra iglesia.

 

 

1. Así es usada la palabra muchas veces en el Antiguo Testamento en relación con los sacrificios de animales que ofrecieron. Ejemplo: (Lev. 16:5, 15).

 

2. Aquellos sacrificios no podían quitar el pecado. (Heb. 10:4). La sangre de los animales cubría los pecados de los Israelitas delante de Dios hasta que vino Cristo a quitarlos por su muerte en la cruz. Dios aceptaba aquellos sacrificios como una muestra de fe en el Salvador que iba a venir.

 

3. El diccionario dice que expiar significa: "Borrar las culpas mediante un sacrificio". "Sufrir el delincuente la pena impuesta".

 

4. En círculos cristianos "expiar" o "expiación" es un término que ha llegado a cubrir toda la obra sacrificadora y redentora de Cristo. Cristo hizo expiación por nuestros pecados por medio del sacrificio de sí mismo en la cruz. Su muerte dejó satisfecho la justicia de Dios y lo permitió perdonar a los pecadores arrepentidos. Ya hemos estudiado acerca de la obra de Cristo en las lecciones acerca de Su muerte y resurrección. En esta lección pensaremos en el hecho de que Él fue nuestro sustituto voluntario, "el justo muriendo por el injusto".

 

II. La Necesidad de la Expiación.

 

A. Toda persona ha pecado contra Dios. (Ecl. 7:20; Rom. 5:12).

B. Por el pecado está condenado. (Rom. 3:23; 6:23: Apoc. 21:8). Dios es Santo y Justo y no puede dejar pasar por alto el pecado. El pecado tiene que ser castigado.

C. La única manera de escapar las terribles consecuencias del pecado es por medio de un sustituto que satisface las demandas de la justicia divina.

D. De eso se trata la expiación. Cristo es nuestro sustituto. Él es justo y murió por nosotros los injustos.

 

III. El Plan de Dios para la Expiación.

 

A. El plan profetizado. Los animales sacrificados en el Antiguo Testamento fueron símbolos de Cristo muriendo por nuestros pecados. Señalaban hacia el Salvador venidero. También en Isa. 53:10 tenemos una clara profecía: "...cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado".

B. Versículos que nos explican cómo fue realizado el plan:

1. Rom. 5:6-8.

2. II Cor. 5:21.

3. I Pedro 2:24 y 3:18.

En el uso común o vulgar de la palabra expiar, se oye del chivo expiatorio. Es cuando alguien, culpable de delito, echa la culpa a otro y queda libre. Pues, es precisamente lo que hace el pecador cuando acepta al Señor Jesucristo como Salvador. Él lleva la culpabilidad del pecador, y el pecador es libre, es considerado justo delante de Dios. (II Cor. 5:21).

 

PROPICIACIÓN

 

La palabra propiciación lleva la idea básica de aplacar o satisfacer, concretamente hacia Dios. La propiciación es un acto entre dos partes que implica apaciguar la ira de alguien que está ofendido y ser reconciliado con él.

 

“Y él es la propiciación por nuestros pecados...” 1 Juan 2:2

 

 

La palabra propiciación alude no solo a la acción de cubrir nuestros pecados, sino que trata con la tarea de aplacar la ira santa de Dios.

 

Bien sabemos que Dios es santo y que no tolera el pecado porque le enciende el fuego de su furor. Mucho se habla de que Dios es amor, pero poco se menciona que él es fuego consumidor. Dios aborrece nuestro pecado.

 

El apóstol Pablo nos presenta con mucha claridad lo que Dios siente frente al pecado:

 

“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad” Romanos 1:18

 

La necesidad de apaciguar a Dios, es algo que muchas religiones tienen en común. En las antiguas religiones paganas, así como en muchas religiones hoy en día, se enseña la idea de que el hombre aplaca a Dios ofreciendo varias ofrendas o haciendo sacrificios. Sin embargo, la Biblia enseña que Dios mismo ha proporcionado el único medio por el cual se puede aplacar Su ira y el hombre pecador puede reconciliarse con Él. En el Nuevo Testamento, el acto de la propiciación siempre se refiere a la obra de Dios y no a los sacrificios o a las ofrendas dadas por el hombre. La razón de esto es que el hombre es totalmente incapaz de satisfacer la justicia de Dios, excepto que pase la eternidad en el infierno. No hay ningún servicio, sacrificio o regalo que el hombre puede ofrecer para apaciguar la santa ira de Dios, o satisfacer Su perfecta justicia. La única satisfacción o propiciación, que pueda ser aceptable a Dios y que pueda reconciliar al hombre con Él, tenía que ser hecha por Dios. Por esta razón, Dios Hijo, Jesucristo, vino al mundo en forma de hombre para ser el sacrificio perfecto por el pecado e hizo propiciación o "expiación por los pecados del pueblo" (hebreos 2:17).

 

La palabra propiciación se usa en varios versículos para explicar lo que Jesús logró a través de Su muerte en la cruz. Por ejemplo, en Romanos 3:24-25, los creyentes en Cristo han sido "justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados". Estos versículos son un punto clave en el argumento de Pablo en el libro de romanos y realmente están en el corazón del mensaje del evangelio.

 

En los tres primeros capítulos de Romanos, Pablo argumenta de que todos, judíos y gentiles por igual, están bajo la condenación de Dios y merecedores de Su ira (Romanos 1:18). Todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Todos nosotros merecemos Su ira y castigo. Dios en Su infinita gracia y misericordia ha provisto una forma para aplacar Su ira y para que podamos ser reconciliados con Él. Esto es solamente a través de la muerte sacrificial de Su Hijo Jesucristo, como el pago por nuestros pecados. Es a través de la fe en Jesucristo como el sacrificio perfecto de Dios que podemos ser reconciliados con Él. Es únicamente por causa de la muerte de Cristo en la cruz y de Su resurrección en el tercer día, que un pecador perdido que merece el infierno puede ser reconciliado con un Dios santo. La hermosa verdad del evangelio es que los cristianos son salvos de la ira de Dios y reconciliados con Él, no porque "hayamos amado a Dios, sino porque él nos amó a nosotros, y envió a su hijo en propiciación por nuestros pecados" (1 Juan 4:10).

 

Jesús dijo, "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6). La única manera para aplacar la ira de Dios contra el hombre pecador y reconciliarnos con Dios, es a través de Jesucristo. No hay otra forma. Esta verdad se comunica también en 1 Juan 2:2: "Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo". Una parte importante de la obra salvadora de Cristo, es la liberación de la ira de Dios; la propiciación de Jesús en la cruz es lo único que puede quitar la condenación de Dios con respecto al pecado. Aquellos que rechazan a Cristo como su Salvador y se niegan a creer en Él, no tienen ninguna esperanza de salvación. Solo pueden esperar el enfrentar la ira de Dios que han acumulado para el día del juicio (Romanos 2:5). No hay ninguna otra propiciación o sacrificio que puede hacerse por sus pecados.

 

LA RECONCILIACIÓN.

 

Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación (2 Corintios 5:18-19). De nuevo un texto que puede ser escogido por los que tuercen las Escrituras, ya que se habla de la reconciliación de Jesucristo hecha por el mundo sin tomarle en cuenta sus pecados. Sin embargo, aparte de los distintos significados del vocablo mundo que ya conocemos, en el mismo enunciado encontramos la referencia final, cuando Pablo anuncia que nos encargó a nosotros (no al mundo) la palabra de la reconciliación. Porque si Cristo ya reconcilió al mundo por el cual no rogó la noche previa a su crucifixión, no tiene sentido que no le encomiende igualmente a él la palabra de la reconciliación.

 

Dios dibujó el esquema reconciliatorio, propuso el método de reconciliación, con pensamientos de paz y no de mal, para darnos el fin que esperamos. Pero ¿quiénes esperamos tal reconciliación? Precisamente los mismos que él amó desde la eternidad y llamó en el tiempo, los cuales predestinó para justificación y glorificación. ¿Fue Judas Iscariote reconciliado con Dios? En ninguna manera, pues la Biblia lo llama el hijo de perdición, mucho antes de que entregara al Señor y a pesar de que participaba de la compañía apostólica como uno más de ellos. Pero todo ello fue de tal forma realizado para que la Escritura se cumpliese.

 

Reconciliando al mundo no hace referencia a todos los individuos de la humanidad, ya que no todos ellos están en Cristo y muchos mueren siendo sus enemigos. No todos están interesados en la bendición de la no imputación de sus pecados, no todos creen en su nombre. Los que estaba reconciliando en el tiempo o en la historia son sus elegidos desde la eternidad, los mismos que representó en la cruz. De nuevo cabe acotar que muchas veces se habla del mundo en referencia a los gentiles; los gentiles son las gentes, como una referencia de personas no judías.

 

En Romanos 11 Pablo habla del futuro de Israel y lo contrapone con el mundo: Por el tropiezo de los israelitas vino la salvación a los gentiles, lo cual es la riqueza del mundo (fijémonos cómo el apóstol iguala el término gentiles a mundo). De inmediato dice: a vosotros hablo, gentiles, pues el extrañamiento de ellos (los israelitas) es la reconciliación del mundo... (Romanos 11:11-15). Este es el sentido del texto, que ningún hombre es mirado como reconciliado por su ascendencia, sea judío o gentil, sino en tanto sea una nueva criatura (alguien que haya nacido de nuevo, por voluntad de Dios y no de hombre). Nos concierne entonces tanto el evangelio de la reconciliación como el ministerio de la reconciliación, por lo tanto, se ha cantado la bendición de los que llevan el evangelio de la paz.

 

LA ADOPCIÓN

 

La adopción esta tan íntimamente relacionada o entretejida con la justificación que algunos estudiantes unen a las doctrinas como simplemente dos pasos en una fase de la obra redentora.

 

Regeneración es cuando la nueva vida en Cristo es implantada en el alma; justificación, es el cambio de actitud por parte de Dios con respecto a aquella alma; adopción, es el cambio de actitud por parte de esa alma con respecto a Dios.

 

La regeneración tiene que ver con el cambio de nuestra naturaleza, como dice el Apóstol Pedro; somos hechos “participantes de la naturaleza divina” 2 Pedro 1:4. La justificación tiene que ver con el cambio de nuestro estado ante Dios siendo hechos “aceptos en el amado” Efesios 1:6. La adopción trata del cambio en nuestra posición mediante el cual somos admitidos a la familia de Dios con todos los privilegios de un hijo. “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.” Gálatas 4:6-7

 

LA ADOPCIÓN DEFINITIVA POSITIVAMENTE. Adopción significa simplemente, “ocupar la posición de un hijo.” Regeneración es un término físico: nacimiento, o para ser más exactos, renacimiento o nuevo nacimiento, mientras que justificación y adopción tienen un origen romano o latino que raras veces se oía entre los judíos. La adopción era esporádica entre los griegos, pero mucho más frecuente entre los romanos, donde la práctica significaba que un hombre tomaba al hijo de otro hombre para ser su propio hijo, dándole la misma posición legal, ventajas y privilegios de un hijo propio por nacimiento. El apóstol Juan nunca usa ese término; en cambio, El Apóstol Pablo lo hace repetidas veces. El Apóstol Juan usa la palabra “Hijitos”, porque siempre está hablando de nuestra condición como hijos, desde el punto de vista de nuestra naturaleza como hijos de Dios, nuestro crecimiento hacia la madurez y nuestra semejanza al Padre, como en:

 

“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.” 1 Juan 3:1.

 

La palabra adopción nunca es usada con respecto a Cristo, más es siempre usado con respecto al creyente en relación con sus derechos, privilegios, y posición como coherederos con Cristo. El término es usado distintiva y peculiarmente por el Apóstol Pablo. En Gálatas 4:5, dice el Apóstol Pablo que Dios envió a su Hijo al mundo:

 

“para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.”

 

En Romanos 8:15 el Apóstol Pablo hace de la adopción la base de la oración diciendo:

 

“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre ¡”.

 

Moisés es una vívida ilustración del uso y sentido Escritural del término adopción.

 

“Y cuando el niño creció, ella lo trajo a la hija de Faraón, la cual lo prohijó, y le puso por nombre Moisés, diciendo: Porque de las aguas lo saqué.” Éxodo 2:10.

 

La idea se ve con mayor claridad cuando Éxodo 2:10 es comparado con Hebreos 11:25

 

“Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón”.

 

Por medio de estos pasajes vemos en el antiguo punto de vista legal romano de la adopción como “posición de un hijo”, es lo que el Apóstol Pablo tuvo en mente en el sentido espiritual, en relación con aquellos que han nacido de nuevo por la fe en Cristo. En la regeneración el creyente viene a ser un hijo de Dios, porque el Apóstol Juan dice:

 

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” Juan 1:12-13.

 

En la adopción el creyente, que ya es un hijo de Dios por el nuevo nacimiento, llega a ocupar el lugar de un hijo adulto, como dice el Apóstol Pablo en Gálatas 4:1-7

 

“Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; 2 sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. 4 Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, 5 para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. 6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! 7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.”

 

 

EL MOMENTO EN QUE LA ADOPCIÓN TOMA LUGAR.

 

Debemos hacer resaltar aquí que no podemos separar por el tiempo las distintas fases de la salvación.

 

Están todas íntimamente entretejidas que se manifiestan como un acto continuo que corre en un momento. Sin embargo, para su mejor comprensión, los separamos para el estudio.

 

LA ADOPCIÓN ES EN UN SENTIDO ESPECIALÍSIMO, DE NATURALEZA ETERNA Y NO ESTA SUJETA AL TIEMPO.

 

San pablo dice que Dios ha escogido en Cristo

 

“antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor; habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad” Efesios 1:4-5.

 

En otras palabras, San Pablo nos dice antes de la fundación del mundo nos había escogido para adoptarnos como hijos. Sin embargo, debemos hacer una distinción entre esta preordinación a la adopción, que es supra-temporal, y el acto de adopción misma que toma lugar cuando creemos en Cristo. Este eterno factor tiempo se menciona aquí para eliminar toda posibilidad de obras, y para mostrar que nuestra salvación fue fundada absolutamente en la gracia gratuita de Dios. El Apóstol Pablo inspirado por el Espíritu Santo dice que Dios ha ordenado la adopción.

 

“(pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama)” Romanos 9:11.

 

“Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia. Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.” Romanos 11:5-6.

 

En otras palabras, si un hombre adopta a un hijo cuyos padres han fallecido, o lo han abandonado, será enteramente un gesto bondadoso de su parte, porque ninguno tiene la obligación de hacer tal cosa. Optaría a por lo hacerlo completamente de su propia voluntad.

 

Esto es lo que hace Dios; es todo de su gracia y no por alguna cosa que nosotros merezcamos.

 

AUNQUE ETERNO POR NATURALEZA, LA ADOPCIÓN TAMBIÉN TIENE UNA DOBLE RELACIÓN CON EL TIEMPO.

 

LA ADOPCIÓN EMPIEZA DESDE EL MOMENTO QUE UNO CREE EN JESUCRISTO.

 

La seguridad de nuestra salvación no es, como alguno suponen, una verdad obscura que ha de ser revelada, algún día lejano del futuro nebuloso, pero una bendita realidad que podemos realizar, y que de la cual podemos plenamente gozar ahora mismo por medio de la adopción. El apóstol Juan creyó esto pues dijo.

 

“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.” 1 Juan 3:2.

 

Y el Apóstol Pablo escribió:

 

“pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;” Gálatas 3:26.

 

El privilegio de hijo es, por lo tanto, una realidad presente de la cual podré gozar todo creyente. Quizá no lo podamos comprender, ni explicar; sin embargo, es la verdad. Cuanto más nos hacemos cargo de esta verdad bendita cuanto más nos encontramos en conflicto con el mundo. La adopción solo lo comprenden y aprecian los que han experimentado por medio del nuevo nacimiento. Los que antes habían sido esclavos del pecado pueden apreciar más la gloriosa libertad de un hijo adoptivo.

 

LA ADOPCIÓN ES CONSUMADA CON LA RESURRECCIÓN DE NUESTROS CUERPOS.

 

El mundo no nos reconoce ahora como hijos de Dios. Esta verdad solo se comprende por la fe; fe que el mundo no comprende en absoluto; pero en el día de resurrección, cuando nuestro cuerpo sea redimido, esta verdad tan preciosa será revelada abiertamente ante el asombro del mundo entero. El apóstol Pablo no pidió ser redimido del cuerpo, sino que su cuerpo fuese redimido, diciendo que él estaba:

 

“Y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”. Romanos 8:23.

 

Por lo tanto, el creyó que la adopción está íntimamente relacionada con nuestra redención final y la resurrección del cuerpo. El cuerpo será redimido para que podamos recibir nuestra completa herencia que nos ha sido prometida a través de la adopción,

 

“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.” 2 Corintios 5:10.

 

El Apóstol Juan también dice:

 

“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.” 1 Juan 3:1-3

 

 

Cuando un hijo de Dios pone su confianza en Cristo Jesús, goza inmediata y plenamente de la preciosa realidad de la adopción, pero su condición de hijo no es reconocida por el mundo hasta la resurrección del cuerpo en la segunda venda de nuestro Señor Jesucristo por su Iglesia, cuando en verdad ocupemos literalmente la posición de hijo.

 

Cesar Ángel

 

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